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Publicado el 26 de octubre del 2015

Académico de Psicología UBB destaca aportes del Movimiento Global de Ecoaldeas en la búsqueda de modelos de desarrollo sostenible

Por Cristian Villa Rodríguez
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El académico del Departamento de Ciencias Sociales, Dr. Claudio Pereira Salazar, se abocó al estudio del movimiento social y global Ecoaldeas, cuyo propósito es propender al desarrollo sostenible, en el marco de la tesis doctoral en Comunicación, Cambio Social y Desarrollo de la Universidad Complutense de Madrid, que culminó este 2015.

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Ecoaldeas, Ecopsicología y Permacultura son algunos de los conceptos que permiten comprender el sentido de la investigación científica desarrollada por el Dr. Claudio Pereira Salazar durante los últimos ocho años, y que le valió la obtención del grado de Doctor en Comunicación, Cambio Social y Desarrollo de la Universidad Complutense de Madrid este año 2015.

La profundización en el área le llevó a integrar el Instituto Chileno de Permacultura y a ser invitado como miembro de la Sociedad Europea de Ecopsicología, que debido a su crecimiento ahora aspira a convertirse en asociación mundial.

En dicho contexto, el académico participó recientemente en un Congreso de la Sociedad Europea de Ecopsicología realizado en Grecia, que consideró la participación de investigadores de España, Italia, Brasil, Argentina, Uruguay, México, EE.UU., Canadá y Australia.

En la oportunidad se presentaron los distintos trabajos que se están desarrollando a nivel internacional en materia de Ecopsicología. “En mi caso presenté los resultados de mi tesis doctoral donde grafico lo que está ocurriendo con el movimiento global de Ecoaldeas y la Permacultura. Participé en diversas reuniones, porque la idea es ir pensando y reflexionando sobre cómo darle peso disciplinario, cómo se está integrando esta visión en la formación de psicólogos, tanto a nivel de pregrado como de postgrado a nivel internacional. Esto obedece a dar respuesta a la crisis medio ambiental que estamos viviendo en términos globales. Es un tema muy candente debido a fenómenos como el calentamiento global, la explotación de los recursos, el agotamiento del suelo, la contaminación, entre otros factores”, valoró el investigador.

-¿Qué implica el movimiento Ecoaldeas?

-“El movimiento Ecoaldeas implica el desarrollo de asentamientos humanos sostenibles. Estos formatos de comunidades ecológicas se están dando a nivel planetario y responden en parte, a la crisis de sentido y a la necesidad de generar propuestas de desarrollo sostenible. Desde ahí es que mi tema de tesis me abrió a todo un campo y a un universo de estudio vinculado con lo que hoy en día estoy desarrollando que es la Ecopsicología. La Ecopsicología básicamente es la integración de la ecología con la psicología, apuntando a diversas prácticas y a diversos modelos, tanto educativos como psicoterapéuticos, que apuntan hacia la conciencia ecológica, que hoy es algo fundamental, y que se está trabajando tanto a nivel educativo, a nivel de salud humana, terapéutico, como a nivel de las organizaciones”.

“El movimiento Ecoaldeas tiene bastante desarrollo a nivel planetario, pero se mueve en términos de la sociedad civil. Son agrupaciones que responden a personas que quieren vivir de una manera distinta, salirse del orden social dominante y empezar a construir algunos proyectos que apunten a una vida ecológica, en armonía con el medio ambiente. Además, están desarrollando investigación, no investigación académica que se da en los espacios universitarios, sino en espacios de formación alternativos. Entre otras cosas, ahí trabajan temas de bio construcción, huertas orgánicas, economías sociales alternativas, sistemas de gobernanza de resolución de conflicto, toma de decisiones, desde la perspectiva de una visión biológica y orgánica de cómo podríamos nosotros funcionar, si es que apuntamos a modelos de desarrollo sostenibles; imitando un poco los patrones y las pautas evolutivas que tiene la naturaleza”.

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-¿Qué perspectiva o filosofía se encuentra en la base de las ecoaldeas?

-“La filosofía que está en la base de las propuestas ecoaldeanas se llama Permacultura. La Permacultura es fundamentalmente el diseño de asentamientos humanos sostenibles. Por muchos años el movimiento ha ido sistematizando prácticas y herramientas para el desarrollo ecológico y la implementación de comunidades. En mi tesis doctoral, primero estuve analizando las organizaciones del movimiento en los sitios web, y luego me dediqué a una aproximación más etnográfica y participativa. Entonces recorrí distintos proyectos tanto en España como acá en Chile, y participé de algunos encuentros. Fue un periodo de 8 años en los que estuve investigando, y a partir de esas vinculaciones es que conocí la red de organizaciones que están sosteniendo y promoviendo el movimiento en Chile. Generé vínculos y hoy participo con ellos como parte del Instituto Chileno de Permacultura”.

-¿De qué manera se evidencia su participación en el Instituto?

-“Participo apoyando algunos programas de formación que se desarrollan una vez al año en Chile, en un curso que se denomina Diseño de Ecoaldeas, donde viene gente de distintas partes del planeta y de Iberoamérica fundamentalmente. Esta capacitación se hace en el mes de enero, y yo colaboro desde la óptica de la Psicología Comunitaria y la Ecopsicología, en lo que se llama ‘visión de mundo’ que tiene que ver con herramientas de corte social comunitario y de crecimiento personal en armonía con la naturaleza, lo que se llama procesos de inmersión en la naturaleza”.

-¿Cuáles son los principios fundamentales del movimiento de ecoaldeas?

-“Los principios fundamentales que tiene hoy el movimiento de ecoaldeas y permacultura son 3: Cuidado de la gente, Cuidado de la Tierra, y Distribución equitativa de los recursos. Bajo esos principios empiezan a surgir proyectos que apuntan a la regeneración ecosocial, es decir, cómo instalamos nuevos sistemas productivos de consumo y de producción sostenibles que no contaminen el planetas. Es decir, volver a trabajar con la sabiduría que tenían los ancestros. Lo otro importante es cómo generamos una sociedad para el buen vivir. Centrados en la calidad de vida, la búsqueda de la felicidad, la paz, el bienestar, en lugar de la sociedad centrada en el miedo, la competencia, la enfermedad, que es fundamentalmente lo que hoy sostiene a la gran mayoría de nuestras instituciones sociales. Todos estos marcos de corte ecológico tienen una visión crítica y proponen alternativas. En lugar de luchar contra el sistema, el movimiento global de ecoaldeas está orientando sus energías a la investigación”.

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-¿Hay antecedentes previos en Chile sobre la Ecopsicología?

-“Esto es bastante innovador, lo más cercano que podría haber en Chile es la Psicología Ambiental, pero tiene otro foco, la Psicología Ambiental tiene que ver más con la relación de los ambientes construidos con el ser humano, y la Ecopsicología tiene que ver más con la ecología profunda, con el rescate de ciertas prácticas y herramientas que permiten que los seres humanos nos integremos con el medio natural y que curiosamente está rescatando visiones y herramientas que son ancestrales, que vienen de los pueblos originarios. De ahí se vincula con otra línea de investigación que desarrollo en la UBB que es la Educación Intercultural, pues pertenezco al Grupo de Investigación Nexus. Entonces, qué es lo que se está haciendo, tanto desde el ámbito de la Ecopsicología como desde la Educación Intercultural, es poder rescatar esas sabidurías ancestrales que no necesariamente se han rescatado, porque son pensamientos alternos, que van en una línea distinta al pensamiento racional material que tiene la sociedad occidental. Trabaja con la conciencia chamánica o luminosa, a través de distintas prácticas, poseen diversas ceremonias y maneras de relacionarse con el espíritu de la naturaleza. Acá uno entra a un mundo vinculado con la espiritualidad ancestral”.

¿Existen experiencias en cuanto a implementación de modelos alternativos de desarrollo en Chile?

“Con el Instituto Chileno de Permacultura se está implementando en la Provincia de Arauco un modelo que viene de Suecia, que se llama ecocomunas. Fundamentalmente, se trata de modelos de corte participativo y permiten vincular en mesas de trabajo a los distintos actores a nivel territorial. Entonces, en las mesas se reúnen personas de la sociedad civil, del mundo político, del mundo privado, académico, con la idea de poder pensar concretamente, en un territorio determinado, cómo estamos construyendo nuestros sistemas productivos y nuestras relaciones de producción y de consumo. En Suecia comenzaron hace unos 15 a 20 años con esta experiencia, y ellos fueron cambiando paulatinamente. Paulatinamente, fueron cambiando las grandes fábricas que contaminaban, las fueron transformado hacia tecnologías verdes, sostenibles, y hoy podemos comparar fotografías de ciudades industriales que hoy parecen verdaderos campos, donde hay huertas urbanas, donde participa la comunidad, y donde las mesas son efectivamente participativas. Nosotros en Chile estamos aún muy lejos de eso, porque las decisiones se toman entre políticos y empresarios. Y la comunidad con suerte tiene la posibilidad de votar cada cuatro años por nuestros representantes”.

¿Esta visión implica una noción diferente de lo que se entiende en occidente como desarrollo?

-“La noción del progreso está cambiando; esta idea de crecimiento ilimitado, de desarrollo económico fundamentalmente, en los países del primer mundo ya entró en crisis y está muy cuestionado. Hoy en día, los modelos de desarrollo sostenible apuntan incluso hacia sistemas de decrecimiento de nuestras necesidades de consumo, porque la necesidad de ventas y de generar más capital, construye necesidades en los seres humanos, cuando en realidad nuestra naturaleza y nuestra salud humana es mucho más simple”.

“El desarrollo que se vincula a estos modelos alternativos tiene que ver con el decrecimiento de nuestras necesidades de consumo, con el retorno a una vida más simple. Esto tiene que ver con una mirada crítica, con tomar conciencia con el punto en el que nos encontramos como Humanidad. Nuestra sociedad se ha basado mucho en una cultura egocéntrica, nos hemos preocupado por el bienestar personal, por la competencia, y el punto está en que seamos capaces de tomar conciencia de nuestra naturaleza ecocéntrica, es decir, que estamos vinculados con toda la red de la vida; estamos vinculados con otros seres humanos, somos una red social, pero además estamos vinculados con la red de la vida y con todos los procesos cíclicos, y ahí vienen los aportes de la ecología, pues nuestros sistemas de producción y consumo, y el impacto que ello supone, está haciendo que se pierda el equilibrio orgánico y natural, y eso afecta nuestra salud, nuestras aguas, nuestro suelo, nuestra capa de Ozono”.

“Los pueblos antiguos, en la sabiduría ancestral, cuando se tomaban decisiones en los consejos de ancianos, éstas se pensaban considerando 7 generaciones hacia adelante y consideraban también qué pensaban 7 generaciones atrás. En cambio, nuestra cultura es muy cortoplacista y se toman decisiones en función del beneficio individual o empresarial, pero desde el aquí y ahora, y no estamos pensando en el futuro. Si los grupos que toman las decisiones tuvieran esa conciencia, otro mundo sería posible”.

“Desde el punto de vista más psicológico, en lo que yo me he enfocado tiene que ver con qué metodologías, que herramientas se pueden ir aplicando en los niveles educativos, salud humana, en términos organizacionales, para ir diseñando nuevos emprendimientos, innovaciones y nuevas maneras de relacionarnos y de entender una economía, una economía social, ecológica fundamentalmente. Tiene un sustrato muy filosófico, pero además el desafío es cómo instalamos procesos que nos permitan como Humanidad empezar a funcionar de otra forma, y ahí están las Ecoladeas, que son una suerte de laboratorios que existen a nivel global, donde se están probando nuevas maneras de relacionarnos, de trabajar desde la visión de lo colectivo, desde la red de la vida finalmente”.

Cristian Villa Rodríguez

Cristian Villa Rodríguez, Periodista. cvilla@ubiobio.cl 042-2463015

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