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Publicado el 16 de agosto del 2022

La acción del barrio que moviliza el Centro Oráculo, a partir del teatro

Por Noticias UBB
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Una propositiva mirada que lee la urgencia de vincularse con las personas y espacios vecinales, desde la política pública cultural, entregó el actor y especialista en Dirección Teatral, Manuel Loyola, en la sesión online “Arte barrio y escénica del territorio”, el que integra la programación de los conversatorios realizados por la Dirección de Extensión de la Universidad del Bío-Bío y Cineclub UBB. También, revisó críticamente el accionar del Estado para responder a los procesos sociales donde se contienen demandas artísticas, desde los 90 en adelante, y que encontró en el “estallido social” la expresión mayor de reclamo.

Por Álvaro Muñoz.

En 10 años, el penquista Manuel Loyola pasó de los relatos orales de la infancia, los que escuchó en la casa familiar junto a la laguna de Las Tres Pascualas, a estudiar teatro en el Campus Oriente de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), no sin antes vivir un detonador que le tocó su vida en la adolescencia cuando vio la actuación de la actriz, Myriam Palacios, en la obra “Chiloé cielos cubiertos”, de María Asunción Requena: “Había una energía, vi a una mujer chamán. Por primera vez, ese mundo de infancia de relatos y mitos urbanas se hizo carne, me pasó algo con el cuerpo, se comenzó a llenar de algo, voy para allá, me dije”.

En ese recuento de vivencia local, movilizador creativo, se condensa el hacer que el director del actual Centro Oráculo (antes Teatro del Oráculo) desplegará desde el año 2000 hasta los tiempos presentes en los escenarios de Concepción y el barrio de Lagos de Chile (sector Collao), donde construyó una equipada sala de teatro junto a un grupo humano colectivo, vinculándose fuertemente con el barrio, los vecinos y el territorio comunitario. Esto, tras estudiar la disciplina durante seis años en Santiago, primero en la PUC, después de actor profesional en la escuela de Fernando González y, finalmente, como magíster en Artes (mención Dirección Teatral), en la Universidad de Chile.

“Estuve con una muy buena generación. Fui discípulo de profesores como Luis Advis, Raúl Osorio, Andrés Pérez, Abel Carrizo, Fernando González, Juan Radrigán, Isidora Aguirre. Los 90 en Chile fueron, teatralmente, una explosión creativa increíble, luego de la dictadura”, describe.

En este marco, la mirada de Manuel Loyola sobre la política pública es crítica en materias artísticas y culturales, en los últimos años donde el actor y director es genuino protagonista, a través del Centro Oráculo que evidencia una acción concreta de trabajo con la comunidad. Al respecto, comenta que el Estado ajusta las políticas una vez que los fenómenos pasan. “Reaccionan después porque el Estado es control y poder, le cuesta renunciar a lo nuevo. De a poco va una intencionalidad política cuando hay en marcha fenómenos comunitarios”, apunta, a lo que agrega que la mirada del Presidente, Ricardo Lagos, en la Concertación, instaló la industria cultural, “cedió recursos del Estado a corporaciones culturales, algo difusas en sus directorios. Dinamizó la cultura (…), constituye dinamismo y concentración de un modelo agotado que no dice relación con las necesidades de un sector enorme que creció al margen. La institucionalidad cultural de las corporaciones está agotada, el Estado al mirar así, abandonó los barrios, están precarizados”.

Desde el Centro Oráculo, en este escenario que tras años de desbalance detonó también en el “estallido social”, pudieron ser más dúctiles para comprender el fuerte proceso social que reclamó contra el neoliberalismo: “la revuelta social es un aprendizaje, nos acoplamos a la transformación, estábamos pidiendo este giro en la política pública. Nos percatamos que la gente necesitaba teatro, que vivimos con vecinos a 20 metros de tu casa que necesitan de ti, de la música; porque lo están pasando mal, ese abandono, esa sensación podía ser suplida con el arte”, reflexiona Loyola.

Por ello, implementaron talleres de autocuidado con los vecinos, meditación activa en los pastos de la UBB y levantaron un teatro comunitario para conectarse con los cuerpos, “todos debiéramos girar a la comunidad, las universidades, el Estado, vernos como un par, ya que hemos postergado las cuestiones creativas. Habitamos un territorio y nos reclama, hay que abrir esa puerta. Y uno de los grandes problemas hoy es la salud mental, que está quebrada, hay que recomponer este tejido, pensamos que hemos vuelto a una normalidad y eso no es así, eso me preocupa”.

 

 

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