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Académico UBB integra equipo internacional que identificó los puntos calientes de conservación de suelo

El académico del Departamento de Ciencias Básicas Dr. Cristian Torres Díaz, forma parte del equipo de científicos que desarrolló un estudio mundial que muestra dónde son más necesarios los esfuerzos de conservación para proteger la biodiversidad del suelo y los servicios ecosistémicos que proporcionan. “Las áreas protegidas actuales no consideran los lugares más relevantes para la conservación de los valores ecológicos del suelo”, es la principal conclusión del estudio publicado en la revista Nature.

El Dr. Cristian Torres Díaz es parte del equipo académico de la carrera de Ingeniería en Recursos Naturales e integrante del claustro del programa de Magíster en Ciencias Biológicas y del Doctorado en Ciencias con mención en Recursos Naturales Renovables de la UBB.

El Dr. Torres Díaz señaló que, con el fin de evaluar los puntos calientes globales para la conservación de los valores ecológicos del suelo, el equipo internacional de científicos midió diferentes dimensiones de la biodiversidad (ej., riqueza de especies) y los servicios ecosistémicos (como la regulación del agua o el almacenamiento de carbono) del suelo.

“De este modo, se descubrió que estas diferentes dimensiones de la conservación del suelo alcanzan su punto máximo en diferentes regiones del mundo. Por ejemplo, los ecosistemas templados muestran una mayor biodiversidad local (riqueza de especies), mientras que los ecosistemas más fríos se identifican como focos de servicios ecosistémicos, y los ecosistemas tropicales y áridos albergan las comunidades más singulares de organismos del suelo”, ilustró.

Los valores ecológicos de los suelos suelen pasarse por alto en las decisiones políticas y de gestión de la conservación de la naturaleza; el nuevo estudio demuestra dónde son más necesarios los esfuerzos para protegerlos.

“Los suelos son un mundo propio, escondido bajo nuestros pies y repleto de vida. En ellos viven miles de millones de lombrices, nematodos, insectos, hongos, bacterias y muchos otros organismos. Sin embargo, apenas somos conscientes de ello. Sin los suelos, habría poca vida en la tierra y seguramente ningún ser humano. De hecho, la mayor parte de los alimentos que consumimos depende directa o indirectamente de la fertilidad del suelo”, precisan los investigadores.

Sin embargo, los suelos también son vulnerables al cambio climático y a los cambios en sus usos. “Para conservar mejor los valores ecológicos del suelo, debemos saber dónde es más necesaria su protección. En el caso de las plantas y los animales que viven sobre este ecosistema particular, hace décadas se identificaron puntos calientes de biodiversidad. Sin embargo, hasta ahora no se había hecho ni se podía hacer una evaluación de este tipo para los valores ecológicos del suelo”, ilustraron.

Primera evaluación global que tiene en cuenta múltiples valores ecológicos del suelo

En la revista Nature, un equipo de científicos internacionales dirigido por el Centro Alemán de Investigación Integrativa de la Biodiversidad (iDiv), la Universidad de Leipzig, la Universidad Martin Luther de Halle-Wittenberg (MLU) y el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS) ha publicado la primera estimación global de puntos calientes para la conservación de la naturaleza del suelo.

Los autores han realizado un estudio de campo global que incluye más de 10.000 observaciones de biodiversidad (invertebrados, hongos, protistas, bacterias y arqueas) y de indicadores de servicios ecosistémicos en 615 muestras de suelo de todos los continentes. El estudio combina estas observaciones para evaluar tres dimensiones ecológicas del suelo: (1) riqueza de especies, (2) cómo de únicas son estas especies en cada región, y (3) servicios del ecosistema (como la regulación del agua o el almacenamiento de carbono).

Los valores ecológicos del suelo alcanzan su punto máximo en diferentes regiones del planeta

Los resultados muestran que cada una de las tres dimensiones alcanzó su máximo en diferentes regiones del planeta. Por ejemplo, los ecosistemas templados mostraron la mayor riqueza local de especies del suelo, mientras que la singularidad de la biodiversidad alcanzó su máximo en los ecosistemas áridos y en los trópicos.

“Cuando se excava en un suelo europeo, por ejemplo, en un bosque, se encuentran muchas especies diferentes en un mismo lugar; cuando se va a un bosque diferente unos kilómetros más allá, se encuentran especies similares; no así en los trópicos, donde unos pocos kilómetros pueden significar comunidades completamente diferentes”, dice Carlos Guerra, investigador del Centro Alemán de Investigación Integrativa de la Biodiversidad. A diferencia de las dos dimensiones de la biodiversidad, los servicios del ecosistema suelen alcanzar su punto máximo en latitudes más frías.

Identificación de puntos calientes para la conservación de la naturaleza del suelo

Los patrones espaciales contrastados encontrados para las tres dimensiones diferentes demuestran lo complejo que es proteger las tres a la vez. Carlos Guerra destaca que, de hecho, “es mucho más difícil que en el caso de las plantas y los mamíferos, donde suele haber una mejor correspondencia espacial de las distintas dimensiones. Cuando se trata de proteger los suelos, probablemente no deberíamos centrarnos en maximizar localmente todas las dimensiones ecológicas del suelo al mismo tiempo, sino más bien en enfoques integrados que destacan el potencial local”.

A pesar de estas dificultades, los investigadores fueron capaces de identificar los puntos calientes de los ecosistemas que deberían tener la máxima prioridad para la conservación de la naturaleza del suelo. Estos puntos calientes se encuentran principalmente en los trópicos, en América del Norte, en el norte de Europa y en Asia.

Priorizar la conservación de la naturaleza del suelo en las políticas internacionales

Los investigadores compararon estos puntos prioritarios con las áreas que ya están protegidas, y descubrieron que la mitad de los puntos críticos identificados no están actualmente bajo ninguna forma de conservación de la naturaleza. Las zonas protegidas se han diseñado para proteger plantas, aves o mamíferos.

“Sin embargo, no tenemos claro si estas zonas protegidas son eficientes a la hora de conservar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de nuestros suelos. Nuestro estudio sugiere que no estamos protegiendo de forma eficiente los puntos calientes de biodiversidad de suelo a escala global. Cuando se diseñan zonas protegidas, es necesario considerar de forma explícita los suelos, su biodiversidad y los servicios que nos proporcionan. Por lo tanto, los gobiernos y los responsables de la toma de decisiones deben establecer la conservación de la naturaleza del suelo como una prioridad en el contexto de las negociaciones de los Objetivos de Biodiversidad 2030, de forma que fomentemos una transición ecológica hacía la sostenibilidad de los ecosistemas”, afirma Manuel Delgado-Baquerizo, del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla.

El nuevo estudio puede ser de ayuda en este caso, ya que demuestra dónde son más necesarios y urgentes los esfuerzos de conservación de la naturaleza del suelo.




Académica UBB integra estudio de Nature que alerta sobre riesgo de extinción masiva de reptiles

La Dra. Marcela Vidal Maldonado, académica del Departamento de Ciencias Básicas, participó en el estudio publicado en la revista Nature, que presenta un análisis de la primera evaluación integral del riesgo de extinción de los reptiles en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que evidenció que al menos el 21% de todas las especies de reptiles a nivel mundial están amenazadas de extinción.

Para el estudio de Nature, un equipo de investigación diverso, que representa a 24 países de seis continentes, analizó las necesidades de conservación de 10.196 especies de reptiles en comparación con mamíferos, aves y anfibios. Los reptiles incluidos en el estudio corresponden a tortugas, cocodrilos, lagartijas, serpientes y tuatara, el único miembro vivo de un linaje que evolucionó en el período Triásico hace aproximadamente 200 a 250 millones de años.

El estudio dirigido por NatureServe, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y Conservación Internacional, en asociación con la Universidad del Bío-Bío, precisa que es probable que los esfuerzos de conservación de otros animales hayan contribuido a proteger muchas especies de reptiles.

La Dra. Marcela Vidal, del Laboratorio de Ecología y Evolución de la Universidad del Bío-Bío, comentó que los estudios muestran que las especies amenazadas en Chile están en aumento sostenido en el tiempo. “Esta crisis global incluye fundamentalmente el efecto humano como el cambio en el uso del suelo, la deforestación, la expansión urbana que no considera la estabilidad de los ambientes silvestres, la contaminación y el cambio climático”, aseveró.

La investigadora UBB destacó que “Nuestras investigaciones en este grupo de vertebrados muestran que lagartijas de montaña de las regiones de Ñuble y Biobío tienen pocas posibilidades de adaptación fisiológica ante el aumento de las temperaturas hacia el 2070, por lo que las acciones de conservación son necesarias con urgencia ahora. Esto que sucede a estas especies en nuestro territorio, pasa también con los reptiles en el norte de Chile, por los efectos expansivos de la industrialización, en el centro por la mayor expansión territorial humana y en el sur del país por la tala de la vegetación y la conversión excesiva de ambientes nativos para el pastoreo”, advirtió.

La Dra. Marcela Vidal precisó que se da una situación especial con los reptiles y con las eventuales ayudas para su conservación. “Lamentablemente, desde la perspectiva de las personas, los reptiles no son las especies más carismáticas de la naturaleza, como pudiera ser un panda. Las personas por lo general les tienen pánico o cierto rechazo a lagartijas o culebras. Entonces, ante esa realidad, los fondos de financiamientos para poder conservar especies como ésta son mucho más escasos, porque es más atractivo conservar un puma, pangolín o a los elefantes, que a una lagartija en el sur de Chile”, ilustró.

El aporte de la protección a mamíferos, aves y anfibios

Sin embargo, la investigación reveló que los esfuerzos para conservar mamíferos, aves y anfibios también tributa a la protección de muchos reptiles amenazados.

“Me sorprendió el grado en que los mamíferos, las aves y los anfibios, en conjunto, pueden servir como sustitutos de los reptiles”, aseveró el Dr. Bruce Young, codirector del estudio y zoólogo jefe y científico senior de conservación de NatureServe. “Esta es una buena noticia porque los extensos esfuerzos para proteger a los animales más conocidos, probablemente también hayan contribuido a proteger a muchos reptiles. La protección del hábitat es esencial para proteger a los reptiles, así como a otros vertebrados, de amenazas como las actividades agrícolas y el desarrollo urbano”, reflexionó.

El estudio también advierte sobre los riesgos de no adoptar medidas de protección a los reptiles. “Si cada uno de los 1.829 reptiles amenazados se extinguiera, perderíamos un total de 15.600 millones de años de historia evolutiva, incluidas innumerables adaptaciones para vivir en diversos entornos”, precisaron los autores.

“Los resultados de la Evaluación Global de Reptiles señalan la necesidad de intensificar los esfuerzos globales para conservarlos”, dijo Neil Cox, co-líder del estudio y Gerente de la Unidad de IUCN-Evaluación Internacional para la Conservación de la Biodiversidad. “Debido a que los reptiles son tan diversos, enfrentan una amplia gama de amenazas en una variedad de hábitats. Es necesario un plan de acción multidisciplinario para proteger a estas especies, con toda la historia evolutiva que representan”.

Los autores señalan que todavía se necesitan medidas de conservación urgentes y específicas para proteger algunas de las especies de reptiles más amenazadas, especialmente los lagartos endémicos de las islas amenazados por depredadores introducidos y aquellos que se ven más directamente afectados por los humanos. Por ejemplo, la caza, más que la modificación del hábitat, es la principal amenaza para las tortugas y los cocodrilos, la mitad de los cuales están en peligro de extinción.

Crisis de la biodiversidad

Los hallazgos de la evaluación global de reptiles sirven como línea de base que se puede usar para medir los cambios en el riesgo de extinción y rastrear el progreso de recuperación de especies a lo largo del tiempo. Los resultados también serán valiosos para ayudar a guiar la asignación de recursos de conservación a través de la identificación de Áreas Clave para la Biodiversidad y otros lugares donde la gestión activa podría prevenir extinciones.

“Los reptiles no se utilizan a menudo para inspirar acciones de conservación, pero son criaturas fascinantes y cumplen funciones indispensables en los ecosistemas de todo el planeta. Todos nos beneficiamos de su rol en el control de las especies de plagas y como presa para las aves y otros animales”, afirmó el Dr. Sean T. O’Brien, presidente y director ejecutivo de NatureServe. “El análisis de la primera evaluación global de reptiles nos permite identificar dónde los reptiles necesitan más ayuda y sirve como un paso importante para contrarrestar la crisis de extinción global”.

La Dra. Marcela Vidal recordó que la crisis mundial de la biodiversidad ocupará un lugar central este año 2022, cuando el Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas convoque su Conferencia de las Partes (COP15) en Kunming, China, con el objetivo de finalizar el Marco Mundial de la Biodiversidad posterior a 2020. Este marco tendrá el potencial de hacer por las especies lo que el Acuerdo Climático de París ha hecho por el calentamiento global: establecer el rumbo de la conservación de la biodiversidad para la próxima década.