Durante tres meses, estudiantes tesistas de Pedagogía en Castellano y Comunicación, realizaron talleres a escolares para que aprendieran a manejar sus emociones y de esta forma mejorar su calidad de vida escolar y personal.
“Manejo emocional y Comunicación eficaz para el Mejoramiento de la Convivencia Escolar” se denominó el proyecto realizado por las estudiantes de la carrera de Pedagogía en Castellano y Comunicación, Melitza Valenzuela y Ángela Ceballos, cursos de enseñanza media del Liceo Martín Ruiz de Gamboa de Chillán. Una experiencia interesante donde la Universidad y en particular la Facultad de Educación y Humanidades, ingresó al establecimiento educacional con un fin concreto que resultó muy favorable para todos los involucrados.
En ese contexto y como actividad de finalización, se realizó la ceremonia de entrega de certificados a los jóvenes participantes y a los profesores y directivos del liceo, en dependencias de la Facultad de Educación y Humanidades.
Según se explicó, el proyecto consideró la intervención en un curso del establecimiento seleccionado por las autoridades y docentes del liceo, en donde se registraba un mal clima en el aula, en atención a conductas violentas, conflictos con profesores, intolerancia, entre otras características.
“El objetivo fue trabajar la inteligencia emocional y competencia comunicativa de los estudiantes, para que logren un control en sus impulsos de agresiones físicas o verbales, prefiriendo el diálogo, así como el desarrollo de la empatía, trabajo en equipo y respeto, los cuales son bases para una buena convivencia escolar, y en consecuencia establecer un clima de aula adecuado para el proceso de enseñanza aprendizaje”, describió Melitza Valenzuela.
Según explicó la alumna tesista, la visión surgió el año 2011 estando en Bolivia durante un encuentro internacional. En dicha oportunidad un pastor psiquiatra enseñó sobre esta temática y la importancia del desarrollo funcional de las emociones, y cómo en algunos países se está desarrollando en colegios con excelentes resultados. “De lo anterior surgió el interés de desarrollarlo en nuestra zona. Además, creemos que nuestra profesión es una llave de transformación y preparación de generaciones. Somos conscientes de que fuimos creados con emociones, porqué no educarlas entonces, evitando que nos dominen los sentimientos de frustración, enojo, ira, orgullo, temores y otros sentimientos, que si bien es normal experimentarlos, no deben hacernos perder el control de nuestros actos y pensamientos”, reseñó.
En principio, Melitza Valenzuela y Angela Ceballos realizaron entrevistas a profesores, focus group y encuesta a los estudiantes, donde constataron que el ambiente del curso era hostil y agresivo entre pares y hacia los profesores. Se evidenciaba apatía, escasas relaciones de amistad, lo que aparejaba un mal clima dentro y fuera del aula.
Luego se abocaron a la realización de talleres con los estudiantes en dependencias del establecimiento, una vez a la semana, por dos horas pedagógicas, en salas diferentes a las habituales y en la propia UBB, con el fin de cambiar el escenario educativo. “Sólo realizamos dos jornadas en su misma sala de clases, ocasiones en que adornamos las paredes con afiches que contenían mensajes creados por ellos mismos para sus compañeros. Esos mensajes hablaban de la importancia del perdón, del respeto y la unidad”, aseveró Melitza Valenzuela.
Entre los principales aportes que lograron mediante la ejecución del proyecto se cuenta el lograr transformar el clima en el aula del curso intervenido, logrando que fuera el óptimo para el proceso de enseñanza aprendizaje. “Finalmente se unieron, se generaron nuevos lazos de amistad, aceptación y respeto entre ellos y hacia los profesores, y se notó una disminución de agresiones físicas y verbales. Los mismos estudiantes reconocieron los cambios, ya se divierten más juntos y pueden compartir dentro del aula y fuera de ella. Participan más en las clases y piden perdón cuando se equivocan. Pero lo más valorado por ellos, es la unidad generada. En tanto, los profesores reconocieron un ambiente propicio para la enseñanza y según palabras del orientador, ahora se trata de uno de los cursos más tranquilos del establecimiento”, destacaron las estudiantes Melitza Valenzuela y Ángela Ceballos.