La investigación dirigida al descubrimiento de la nueva especie, se da en el marco del proyecto Fondecyt 11130697 del cual el académico del Departamento de Ciencias Básicas, Dr. Gonzalo Collado Inzulza, es el investigador responsable.
Heleobia carcotensis fue denominada la nueva especie de caracol de agua dulce descubierta por el académico del Departamento de Ciencias Básicas de la UBB, Dr. Gonzalo Collado Inzulza, junto a los investigadores Moisés Valladares y Marco Méndez de la Universidad de Chile. El hallazgo fue reconocido oficialmente tras la publicación de un artículo científico en la revista Zootaxa.
La nueva especie presenta una distribución muy localizada, restringida a la Vertiente 1 del salar de Carcote en el Altiplano chileno, Región de Antofagasta. La vertiente se ubica al norte del salar, a 3.688 metros sobre el nivel del mar, lugar donde se desarrolló un antiguo asentamiento humano de origen probablemente Aymara, del cual permanecen como vestigio unas pocas ruinas conocidas como Cuchichá.
El descubrimiento se suma a la especie congenérica Heleobia deserticola que el Dr. Collado describió como nueva el año recién pasado, desde un pequeño oasis en la costa del desierto de Atacama.
Heleobia carcotensis fue identificada utilizando secuencias de ADN, análisis filogenético, microdisecciones anatómicas del sistema reproductivo y microestructura de la rádula utilizando microscopio electrónico de barrido, entre otros rasgos. La rádula corresponde al órgano utilizado por el organismo para alimentarse. Para la descripción de esta estructura fue fundamental el uso del microscopio electrónico Hitachi SU3500, recientemente adjudicado por la UBB a través de un proyecto CONICYT-FONDEQUIP EQM-140088.
Una de las características más llamativas de la nueva especie es el pequeño tamaño que alcanza, generalmente menor a 5 mm de longitud de la concha. Debido al pequeño tamaño, poblaciones y especies similares frecuentemente pasan inadvertidas a los observadores, por lo que difícilmente llegan a ser detectadas y descritas. El holotipo, individuo en el cual se basó la descripción de la especie, mide 4,4 milímetros. La especie es herbívora, pudiendo alimentarse también de detritos orgánicos, y gonocórica, por lo que hay presencia de machos y hembras en la población.
“Lo que más me impresiona es el lugar en donde logran desarrollarse, en un ambiente extremo de altura. Se trata de caracoles que poseen branquias por lo que su ciclo de vida depende completamente del agua. Es interesante ver cómo prosperan ahí. Otras especies y poblaciones logran sobrevivir a 4 mil 500 metros de altura”, ilustró el investigador UBB.
El Dr. Collado llamó la atención sobre un posible crecimiento futuro de la descripción de nuevas especies de moluscos y otros grupos en Chile, considerando que aún hay muchos lugares inexplorados y aún no prospectados. Además, el insuficiente número de taxónomos también ha conspirado con el escaso conocimiento de los invertebrados de agua dulce que se tiene en el país, y los programas de postgrado de nuestra universidad están abriendo una posibilidad para la formación de nuevos especialistas.
“La diversidad de moluscos y de otros invertebrados de agua dulce aún resta por ser conocida. La diversidad de especies es un patrimonio nacional y en Chile no se valora suficientemente aquello. Sería aconsejable que el Estado chileno, independiente del gobierno de turno, genere un programa nacional de descubrimiento de nuevas especies, considerando que muchas de las especies “nuevas” quizás se extingan antes de ser descubiertas, principalmente por la pérdida de hábitat, contaminación y diseminación de especies exóticas, una amenaza creciente en nuestro país”, advirtió el especialista.
El Dr. Collado fue enfático en señalar que todas las especies son importantes y deben ser investigadas más allá de si presentan alguna ventaja o beneficio económico. En el caso de los caracoles de agua dulce, es interesante conocer la diversidad y distribución de las especies ya que muchas de ellas son vectores intermediarios de parásitos que eventualmente pueden ser transmitidos al ser humano.
“Además, el conocimiento que se tiene de una especie puede contribuir a su propia conservación y del ambiente en que vive. Por ejemplo, realicé un estudio sobre Biomphalaria costata, que habita la misma vertiente que Heleobia carcotensis, y lo presente al Ministerio del Medio Ambiente, que declaró a esa especie en peligro crítico de extinción debido a lo restringido de su hábitat. Al evidenciar la existencia de una especie y constatar su situación de amenaza, una empresa minera, por ejemplo, ya no puede arrasar o intervenir gravemente su territorio. De esta manera, mediante la investigación científica también se realiza una contribución importante a la conservación del medio ambiente. Pero lo primero es evidenciar la existencia de las especies, porque de otro modo es como si no existieran y así no es posible protegerlas”, aseveró el Dr. Collado.