Integrantes de la comunidad universitaria y de agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos de Concepción y Chillán se congregaron en las respectivas sedes con el propósito de recordar y mantener en la memoria a las víctimas del golpe de Estado de 1973, cuando se cumplen 44 años de aquel hecho.
Por Paulina Gatica I. y Cristian Villa R.
En la sede Chillán, junto al memorial levantado en el Campus La Castilla, el decano de la Facultad de Educación y Humanidades, Marco Aurelio Reyes Coca, destacó la necesidad de preservar la memoria histórica. “Fuimos testigos presenciales de esos hechos que se fueron agravando con el tiempo. Jamás se nos pasó por la mente que esto podía pasar en Chile; la violencia, la tortura, la desaparición de personas con las cuales convivíamos. La memoria histórica es una llama que no se puede extinguir. Debemos recordar este momento, porque nunca más en nuestra historia debemos vivir un momento tan triste y tan difícil”, expresó.
El decano compartió con los presentes una reflexión de la académica del Departamento de Artes y Letras, Claudia Anabalón Toledo, quien destacó el ejemplo y recuerdo de su tía, quien perdió a su marido y debió partir al exterior.
“Ella representa una historia de amor, la cual ha quedado en la historia y en nuestras memorias. Su historia de vida y la de mis primas; la vida de una joven y frágil mujer de solo 25 años, que aprendió a ser fuerte, luchadora, de convicciones muy claras, la que continuó luchando por sus hijas en un país extraño y lejano, dejando atrás un proyecto de vida en familia, sueños y proyecciones. La que a pesar de vivir un episodio de gran pena y dolor, nunca flaqueó. Se levantó, siguió luchando hasta el día de hoy a pesar de todas las adversidades. Para esta gran mujer todo mi respeto y admiración”.
El académico y sacerdote José Luis Ysern, también acompañó la jornada conmemorativa, y valoró que la Universidad periódicamente recuerde y reflexione sobre ese periodo histórico.
“Soy un eterno agradecido de las mujeres de los detenidos desaparecidos, porque creo que ellas me convirtieron. Creo que si algo cristiano soy, en gran parte se lo debo a ellas (…) Dese aquel 11 de septiembre, casi sin darse cuenta, por elemental instinto de solidaridad cristiana, en mi caso, tuvimos que empezar a trabajar, ayudar, conversar, compartir y mi pobre psicología la puse al servicio de ellas y empezamos a hacer lo que podíamos (…) Sigamos siendo buenos académicos, y sigamos siendo hombres y mujeres de Universidad muy unidos a nuestro pueblo, especialmente a nuestro pueblo sufriente; eso es lo que justifica una Universidad pública del Estado”, aseveró.
La presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Ñuble, Teresa Retamal valoró el compromiso moral de la Universidad, a la vez que evocó que las zonas contiguas al Campus La Castilla fueron espacios de luchas sociales concretadas en las tomas Che Guevara, Inti Peredo y Elmo Catalán. “Siempre hemos luchado por la verdad y la justicia y por el no a la impunidad. Agradecemos a la Universidad el compromiso que tiene no solo con exalumnos detenidos desaparecidos y ejecutados, sino con los miles de estudiantes de todas las universidades y por la responsabilidad moral que sienten al conmemorarlo”.
El presidente del Comité Verdad y Justicia de Ñuble, Jorge Vera, compartió parte de su experiencia como detenido en la cárcel de Chillán y luego como expulsado del país, logrando retornar en la década de 1990. “Nosotros quedamos vivos para contar la verdad de lo que sucedió en aquellos tiempos. Estoy muy contento de estar en este sector donde hoy está la UBB, porque antiguamente aquí estuvo la Escuela Normal de Chillán y aquí nos formamos con mi esposa, egresando el año 1972. Exalumnos de esa escuela fueron asesinados como Arturo Prat Martí, Roberto Ávila y Gregorio Retamal, y un profesor Francisco Sánchez”, recordó.
En la sede Concepción, los estudiantes y académicos de la carrera de Trabajo Social, organizaron un acto conmemorativo en la plaza de la Democracia. En la actividad se contó con la presencia de tres trabajadoras sociales, Edelmira Carrillo, Ester Hernández y Marianela Ubilla, quienes explicaron a los presentes cómo fue para ellas el ser forzadas a detener sus estudios tras el golpe, y ser torturadas o exoneradas en algunos casos.
Según explicó la directora del Programa de Derechos Humanos, Vivianne Hasse, también se homenajeó a tres estudiantes ejecutados políticos y un académico de Arquitectura detenido desaparecido de la Universidad Técnica del Estado, actual Universidad del Bío-Bío. Ellos son Fernando Moscoso Molina, Gabriel Riveros Ravelo y Héctor Lepe Moraga, y el docente Alejandro Rodríguez Urzúa. Asimismo, el académico del Departamento de Ciencias Sociales, Juan Saavedra, habló a los presentes sobre el significado que tiene la memoria.
Lo destacable de estos actos, dice Hasse, y sobre todo del interés que demuestran los alumnos, quienes tienen directa relación con problemáticas sociales, es “volver a poner un tema que ocurrió hace 44 años, donde se interrumpió un gobierno democrático como el de Salvador Allende y se quebrantó la institucionalidad. Es vital recordar cómo fue este hecho tan violento y los efectos que tuvo, donde aún hay detenidos desaparecidos, por ejemplo. O lo desprestigiada que quedó la política, ya que Chile era un país como casi todos en América Latina, inmerso en lo que eran las revoluciones de los años 60, las dictaduras se encargaron de hacer que la política fuera incluso un espacio peligroso”.
“Creo que este tipo de recuerdos ayudan a la justicia social, a que no olvidemos, algo muy importante porque con ello ponemos en valor la vida, la dignidad del ser humano. Que nunca más se repitan hechos como los que ocurrieron el 11 de septiembre de 1973, y que seamos capaces de dialogar en un clima de discusión política, junto con valorar también que la participación política, la que no puede significar perder la vida”, agregó la académica, quien valoró la idea de sus futuros colegas.