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Publicado el 14 de abril del 2020

Académico UBB se refiere a la realidad de las familias con la educación virtual

Por Valentina Álvarez Araya
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La suspensión de las clases presenciales en todos los establecimientos educacionales fue una de las primeras medidas adoptadas en el país para prevenir el coronavirus, lo que implica un trabajo colaborativo entre profesores y padres de los escolares al inicio del semestre académico en modalidad virtual.

La realidad de las familias chilenas se torna compleja, ante los cuidados necesarios para prevenir el virus se suma la educación a distancia de niños y niñas. El director de la Escuela de Pedagogía en Educación General Básica de la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad del Bío-Bío, Héctor Torres Cuevas, subraya que con el estallido social de octubre y este nuevo escenario en cuarentena por el coronavirus deja en evidencia «la precariedad estructural del sistema escolar nacional, caracterizado por sus altos niveles de desigualdad y segregación social, económica y étnica, a lo que se añade una marcada orientación a la obtención de resultados estandarizados».

Ante esta situación, el académico enfatiza que para los estudiantes de educación básica es fundamental la creación de una rutina de trabajo, que pueda considerar el desarrollo de textos escritos a través de la creación de relatos (historias, diarios de vida, cuentos, poemas, comic), establecer tiempos de lectura apoyado en los textos escolares del Ministerio de Educación o textos creados por los propios niños, realizar la resolución de problemas en matemática o guiar el desarrollo de actividad física. Lo importante -expresa- es que las prácticas que se realicen no frustren o estresen a niñas y niños. «Hay que buscar dentro de las posibilidades que existan procesos orientados a valorar el estar reunidos como familia y que incentiven la creatividad en los hijos, lo que no es fácil si entendemos los elementos de contexto de la sociedad, puesto que las familias sin acceso a educación virtual, son en general las que viven en territorios donde el Estado se encuentra ausente o existen tensiones económicas y sociales que las impactan diariamente».

En el caso de aquellos hogares sin acceso a la educación virtual, Héctor Torres señala que es necesario que los padres organicen actividades que permitan a sus hijos e hijas aprender en razón de lo que se tiene disponible. Por ejemplo, si en la familia se ha retomado la costumbre de hacer pan, por la imposibilidad de comprarlo, son instancias donde se podría involucrar la participación de los niños, ya sea para escribir la receta, calcular medidas o preparar el pan. Las actividades propias de un hogar pueden transformarse en un recurso de aprendizaje. Además, se pueden incorporar nuevas prácticas como el reciclaje, convertir residuos del hogar en nuevos objetos, alentar la creación artística, entre otras actividades.

Considerando el contexto de cuarentena y encierro -explica el académico- las conductas que pueden mostrar un problema de aprendizaje o llevar a que se generen son variadas. «Algo evidente puede ser el desinterés de los hijos por cumplir una rutina de trabajo en la semana, lo que probablemente reproduzca lo que sucede con ese niño o niña en el aula de clases, lo que para muchos padres es algo desconocido o que han negado. Otros tipos de conductas que requieren la atención de los padres por afectar el aprendizaje de sus hijos pueden ser los cambios de humor, problemas para dormir, pérdida del apetito, ansiedad, irritabilidad o conflictos con la autoridad de los adultos». asevera.

También manifiesta que en los hogares se puede ayudar a niños y niñas a liberar tensión y al mismo tiempo potenciar el aprendizaje mediante actividades que desarrollen la psicomotricidad, por ejemplo, saltar la cuerda, dar botes con una pelota, hacer equilibrio, caminar en puntillas, realizar ejercicios de relajación (técnicas de respiración, cantar, jugar a resistir la risa, masajes, dibujar, etc.), utilizar juegos de mesa como las cartas o ajedrez. «Todas estas son instancias que permiten el desarrollo de la concentración, el cálculo mental o la toma de decisiones. También, juegos como el bachillerato pueden generar un ambiente de diversión, pero al mismo tiempo incentivar la indagación en sus conocimientos para construir sus respuestas», concluye.

Valentina Álvarez Araya

Valentina Álvarez Araya, Periodista. valvarez@ubiobio.cl 041-3111185

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