“La cruda niñez. Relatos de infancias heridas” se titula el libro de Gloria Peña Mendoza, que fue presentado en el campus Concepción de nuestra Universidad como parte de las actividades que está llevando a cabo el Departamento de Estudios Generales de la Facultad de Educación y Humanidades para conmemorar su vigésimo noveno aniversario.
«La cruda niñez» relata cinco historias de la vida de niños/as cuyas heridas emocionales marcan sus decisiones, sus acciones o inacciones: el rechazo, la soledad, la estafa emocional, la humillación, la traición y la injusticia.
La autora aseveró que con este libro quiso “poner el acento en las palabras, las que nos son inocuas pues pueden trasformar la vida del otro, para bien o para mal, así como abrir o cerrar puertas, es un llamado de atención en cómo lo que decimos afecta al otro sobre todo en la primera niñez”.
Asimismo, explicó que tras un quiebre en su vida pasó por un proceso de introspección decidiendo buscar las respuestas en su niñez, pues en esa etapa se construye la identidad a partir de la mirada del otro, afirmó. “No hay matices es blanco o negro, me quieren o no y empecé a buscar que afectó mi autoestima, porque sentí que uno tenía que casi comprar la aceptación o el amor del otro y desde una experiencia muy personal transito, especialmente en las tres primeras historias; en la cuarta donde me identifico con el dolor de un niño y la última nace de lo que observo de la vida diaria, es una historia más cruda”.
Asombrada por la buena recepción de los y las lectores a sus historias, expresó que luego de la lectura se van con dos cosas: examinar lo que decimos cuando tratamos con niños/as más pequeños y también adultos y, sobre todo, con la identificación. “Sentí que todos se sienten identificados con momentos en los que se sintieron heridos, sin pertenencia, cuestionados, querían decir algo, pero sin atreverse a ello. Son situaciones donde marca una mirada, una palabra”.
En la ocasión, el académico del Departamento de Estudios Generales, Dr. Juan Pablo Amaya, destacó “la belleza del artificio que logran los cuentos La señorita Olivia y Siempre me gustó que me contaran cuentos. La brevedad de ambos sorprenden al ser piezas mecánicas únicas. La unidad de su narración permite unalectura fluida y amena, que no hace desprecio de ningún elemento constitutivo; al estilo borgeano: no sobra ni falta nada”.
Sobre los cuentos La niña rara y El dolor en cómic afrimó que son narraciones diferentes. “En ellos destaca la voz de un narrador que interpreta y siente empatía por los personajes y sus situaciones vitales. Hay ímpetu cuando la voz narradora trata de hacer comprensible
el mundo interior de la niña rara, nos abre las puertas de un mundo interior del personaje para trazar un mapa de todos sus miedos, deseos, ansias y dolores. Algo similar ocurre con el niño protagonista de El dolor en cómic, la narradora se esfuerza por hacernos ver aquello que el niño cubría con su propio cuerpo: el dolor del bullying y la indiferencia”.