La comunidad regional ha reaccionado con preocupación ante la noticia del cierre programado de la Siderúrgica Huachipato. El fin de la actividad no sólo impactará a los trabajadores directos, en planta, sino que afectará al empleo indirecto, perjudicando a contratistas, proveedores y servicios relacionados. Cada empresa vinculada a Huachipato deberá recalcular su estructura de costo, tomando diferentes decisiones: en algunos casos desvincularán personas, en otras tendremos diversos procesos de innovación y diversificación y, en algunos casos, tendremos el cierre definitivo de un grupo de empresas relacionadas, donde la usina era el cliente único o principal.
Todo el tejido económico local se verá perjudicado. Cuando un trabajador o trabajadora pierde el empleo se vende menos en el almacén de la esquina, baja la demanda de servicios locales, en el fondo hay un efecto multiplicador que afecta negativamente a toda la economía local.
Esta noticia debe darnos espacio a una reflexión más profunda. A continuación, planteó cuatro ideas en el contexto de un debate que se debe dar en el futuro.
Primero. Nuestro territorio ha ido perdiendo sistemáticamente importancia económica y una pregunta válida es ¿Cómo aportaremos desde la Región del Bío Bío a la matriz productiva nacional?
Desde la reestructuración productiva de los ochenta, que hemos visto un constante cierre de las industrias sustitutivas de importaciones, por ejemplo: textil, loza, carbón y ahora el acero, y al mismo tiempo presenciamos la consolidación de las cadenas exportadoras (forestal, pesquera y agroindustrial), lo preocupante es que actualmente no vemos la “emergencia” de nuevos sectores productivos.
Queda la percepción de que la velocidad de muerte empresarial es superior a la velocidad de creación de empresas en la Región. Entonces necesitamos urgentemente generar más proyectos de inversión que den empleo de calidad y que cuiden al mismo tiempo el medioambiente.
Segundo. Es muy difícil competir con un dumping como el chino, las escalas de operación que tiene el gigante asiático son muy elevadas. Entonces sin la debida protección arancelaria vamos a seguir viendo el proceso de desindustrialización en la Región del Bío Bío. Como sistema territorial de innovación, debemos apoyar la mejora de la productividad de las empresas claves. Cuando una empresa grande quiebra el problema “de privados” se vuelve inmediatamente “público”, lo anterior es especialmente visible en la escala territorial.
Tercero. La capital nacional está muy lejos. Tanto Gobernador Regional, parlamentarios, alcaldes y trabajadores viajaron a Santiago a ver el tema de la salvaguardia. Se presentó la gravedad de la situación y al parecer, por la fuerza de los hechos, las gestiones no tuvieron éxito. Nuevamente queda la sensación que los problemas regionales no son importantes en la capital nacional. Para ellos el tecnicismo y la inercia es mucho más fuerte.
Cuarto. De consolidarse el cierre de la planta, debemos recordar los aprendizajes de otros procesos de reconversión, donde probablemente el más complejo fue el carbonífero.
Debemos reciclar ese aprendizaje disperso para que los trabajadores afectados no caigan en situación de pobreza. Hay un trabajo por hacer: reubicar a los trabajadores, recalificar al desempleado, apoyar a los nuevos emprendimientos y compensar a algunos trabajadores que estén cercanos a la edad de jubilar, entre otros.
Duele Huachipato, porque duele ese tejido productivo que cierra silenciosamente sus puertas ante los colosos chinos. Duele Huachipato porque intuimos que en el mediano plazo tendremos una “desertificación” productiva regional. Duele porque con el cierre de Huachipato nos preguntamos, con algo de pena y miedo: ¿a quién le tocará cerrar ahora en el Bío Bío?