En el marco del seminario “Educación sin distracción”, organizado por la Universidad del Bío-Bío junto al presidente de la Comisión de Educación del Senado, senador Gustavo Sanhueza y el diputado Cristóbal Martínez, quien ha liderado el proyecto que prohíbe el uso de celulares en las escuelas en la Cámara Baja, la reconocida especialista Carolina Pérez Stephens expuso sobre los efectos neurobiológicos y emocionales del uso intensivo de pantallas en niños, niñas y adolescentes, advirtiendo que su consumo temprano y prolongado genera alteraciones significativas en los procesos de aprendizaje y desarrollo.
El rector de la Universidad del Bío-Bío, Dr. Benito Umaña Hermosilla, destacó la responsabilidad que tienen las instituciones de educación superior en la reflexión y formación frente a los desafíos del entorno digital. “Desde las universidades debemos asumir un rol activo en la generación de conocimiento y en la promoción de una cultura digital responsable. Se trata de un tema que involucra no solo a las comunidades escolares, sino a toda la sociedad, y requiere del trabajo conjunto de la academia, las familias y las políticas públicas”, expresó.
Por su parte, el senador Gustavo Sanhueza Dueñas, presidente de la Comisión de Educación del Senado, valoró la disposición de las y los profesores, asistentes de la educación y directores, quienes tienen un rol activo en este proceso. Asimismo, señaló que es fundamental que las madres, padres y apoderados se sumen con la misma voluntad para avanzar de manera integral. “Si logramos trabajar juntos y de buena forma, estaremos contribuyendo significativamente a mejorar la calidad de vida de nuestras niñas, niños y adolescentes”, indicó.
En tanto, el diputado Cristóbal Martínez Ramírez destacó que la prohibición del uso de smartphones y pantallas obedece a “la preocupación por nuestros hijos, para que puedan volver a ser niños, jugar, desarrollar su creatividad y disfrutar de una infancia plena. Aprovechemos al máximo este espacio y comprometámonos a ser verdaderos embajadores de esta nueva ley que está próxima a hacerse realidad”, indicó.
Diseño para la adicción
Carolina Pérez Stephens, educadora de párvulos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, experta en neurociencia y Máster en Educación de la Universidad de Harvard, enfatizó que el cerebro humano “aprende a través de los cinco sentidos, con las manos en la masa, jugando, aburriéndose, mirando a los ojos”, y que el contacto social y la experiencia directa son esenciales para la formación cognitiva. En ese contexto, alertó sobre el modelo de negocio detrás de los dispositivos electrónicos y las aplicaciones digitales, el cual –señaló- “está diseñado para generar adicción”.
“Cada vez que un cerebro está frente a una pantalla interactiva, no secreta gotitas de dopamina, sino megachorros. Y cuando se quita esa pantalla, viene una contra reacción inversamente proporcional del cortisol, la hormona del estrés. El cerebro pide más y más, igual que con las drogas”, explicó la especialista.
La expositora advirtió que esta exposición temprana afecta directamente las capacidades de concentración y regulación emocional en los niños. “Papá y mamá le están dando droga a su guagua de un año o de dos años, y ese cerebro se mapea con umbrales de placer muy altos. Luego, al llegar al colegio, ese niño no tiene desarrolladas las destrezas necesarias para concentrarse o esforzarse. Leer requiere esfuerzo, concentración y este cerebro no tiene esas destrezas desarrolladas, por lo tanto, ese niño no lo va a hacer, va a ser un niño disruptivo, desregulado y todos los problemas mentales y de salud mental que estamos viviendo hoy en día, son producto de que papá y mamá no entendieron cómo realmente aprende el cerebro de su hijo y qué cosas necesitan para aprender matemáticas, para aprender otro idioma y para ser felices al final”, sostuvo.
Pérez Stephens también presentó datos de un estudio de la OCDE (2015), en el que Chile aparece como el país donde los niños y adolescentes pasan más tiempo frente a pantallas, con un promedio de 7,6 horas diarias, de las cuales apenas 16 minutos se destinan a actividades escolares o académicas. “Estamos ante una lobotomización electrónica, pero financiada por los propios padres”, enfatizó.
En su intervención, la especialista recomendó diversas lecturas que abordan el impacto de la tecnología en el desarrollo infantil, entre ellas su propio libro “Secuestrados por las Pantallas, Una adicción en niños, niñas y adolescentes” donde reúne evidencia científica y orientaciones prácticas “en un lenguaje cercano y comprensible para las familias”. Asimismo, sugirió los textos La generación ansiosa, de Jonathan Haidt; Reinicia el cerebro de tu hijo, de la psiquiatra Victoria Dunkley; y La fábrica de cretinos digitales, del neurocientífico Michel Desmurget, todos disponibles en librerías y plataformas digitales.
El seminario “Educación sin distracción” se desarrolló con el propósito de generar un espacio de reflexión sobre el impacto de la tecnología digital en los procesos educativos, la salud mental y el bienestar de las comunidades escolares, reafirmando el compromiso de la Universidad del Bío-Bío y del Senado de la República con una educación integral, humanizadora y sustentada en la evidencia científica.
Entre pantallas y aprendizajes: reflexiones educativas sobre el uso del celular en la escuela
En la oportunidad los académicos UBB Mauricio Castro Cifuentes y Christopher Soto Medina presentaron la charla “Entre pantallas y aprendizajes: reflexiones educativas sobre el uso del celular en la escuela”, donde abordaron el impacto del uso de dispositivos móviles en los procesos educativos, analizando su influencia en la atención, la convivencia escolar y las nuevas formas de aprendizaje mediadas por la tecnología.
Los expositores destacaron que el celular se ha convertido en una extensión de la vida cotidiana y del aprendizaje, especialmente entre los niños, niñas y adolescentes. De acuerdo con el estudio realizado por MINEDUC y UNICEF (2023), el 87% de los estudiantes en Chile posee un teléfono celular con acceso a Internet, siendo las principales actividades realizadas en línea ver videos, buscar información sobre temas de interés, ver series o películas, acceder a tutoriales y jugar en línea. Esta realidad plantea tensiones entre la innovación tecnológica y la pérdida de atención en el aula, por lo que -según los académicos- resulta esencial comprender su impacto educativo para promover un uso pedagógico y consciente.
Mauricio Castro y Christopher Soto precisaron que cuando el celular se utiliza como herramienta de aprendizaje, facilita el acceso a información, videos y aplicaciones educativas, favorece el trabajo colaborativo, y motiva al estudiantado a participar activamente en los procesos de enseñanza. Sin embargo, su uso no está exento de riesgos.
“La distracción constante y la fragmentación de la atención son efectos frecuentes, y diversos estudios, como el de la Universidad Católica (2023), han evidenciado que un uso excesivo de estas tecnologías se relaciona con un menor rendimiento escolar. A ello se suma la dependencia tecnológica y la pérdida de hábitos de estudio, lo que plantea un desafío docente: transformar el celular desde un elemento distractor hacia un recurso pedagógico guiado y con propósito”, ilustraron.
Un aspecto relevante abordado por los expositores fue la dependencia a la inteligencia artificial (IA) integrada en los dispositivos móviles, a través de herramientas como ChatGPT, Gemini o Copilot. Este fenómeno, señalaron, introduce nuevas formas de dependencia cognitiva, que pueden derivar en la pérdida del pensamiento crítico y la creatividad, el plagio académico, y la exposición a sesgos o desinformación automatizada.
Igualmente, abordaron los cambios en los contextos de lectura y escritura asociados al uso intensivo de pantallas. De acuerdo con estudios recientes, a medida que aumentan las horas frente a dispositivos digitales, disminuye la densidad léxica y la complejidad de las oraciones utilizadas por los estudiantes. En esa línea, se destacó la importancia de la escritura a mano como un predictor de la calidad textual, y se citó evidencia del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (UNESCO), que advierte que los cuentos digitales, pese a su atractivo tecnológico, pueden eclipsar la narrativa y reducir la atención de los niños, transformándolos en consumidores pasivos de información más que en creadores de contenido.
Los académicos concluyeron que el desafío de la educación actual no consiste en eliminar la tecnología de las aulas, sino en enseñar a utilizarla con sentido, responsabilidad y criterio ético, promoviendo aprendizajes significativos, pensamiento crítico y una ciudadanía digital consciente.














