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Publicado el 05 de septiembre del 2025

Ñuble: identidad, universidad y futuro público

Por Aldo Ballerini Arroyo
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El aniversario de la Región de Ñuble invita a reflexionar sobre lo logrado y, al mismo tiempo, sobre el desafío de proyectar un futuro con identidad propia. La creación de la región no fue fruto del azar: respondió al anhelo de descentralizar, impulsar un desarrollo con arraigo territorial y demostrar que con sus recursos, cultura y talentos se puede construir un futuro distinto.

Ñuble es joven como región, pero su historia es profunda. En ese contexto, la Universidad del Bío-Bío no es un actor secundario: es el puente entre memoria y futuro. Su tarea no es solo formar profesionales competentes, sino también investigar los desafíos del territorio y generar respuestas que marquen diferencia. Ser la única universidad estatal en Ñuble concentra una gran responsabilidad: garantizar movilidad social, producir conocimiento al servicio de la comunidad y cuidar lo que pertenece a todos.

La identidad de Ñuble no está solo en nombres como Violeta Parra o Claudio Arrau; vive en campesinos que enfrentan la sequía, en emprendedores que arriesgan y en jóvenes que imaginan otros futuros. Esa fuerza necesita ser reconocida y proyectada, y allí la Universidad del Bío-Bío actúa. Mantiene vivo el legado de Marta Colvin en un museo que es grito de identidad; levanta un Polo de Salud que investiga y forma profesionales donde la equidad aún es deuda; impulsa el Centro de Estudios de Ñuble, donde la memoria se transforma en base para orientar el desarrollo regional. No se trata de ceremonias, sino de impacto real: egresados que regresan a sus comunas para sostener hospitales, transformar escuelas o innovar en la agroindustria. La UBB no está para administrar rutinas; está para encender futuros y demostrar que la universidad pública es un actor decisivo de transformación regional.

Los desafíos actuales son ineludibles. La crisis climática se expresa en sequías que amenazan la agricultura; la desigualdad limita acceso a salud y educación; y la economía del conocimiento exige innovación profunda. La universidad pública debe responder con decisión: producir ciencia aplicada que apoye la gestión del agua, promover energías limpias, fortalecer la agroindustria sustentable y acompañar la formulación de políticas que reduzcan brechas sociales.

Hablar de futuro público no es nostalgia, es convicción: afirmar que educación, ciencia y cultura son bienes comunes, no privilegios. En tiempos de inmediatez e individualismo, sostener lo público es un acto de coherencia y justicia. La universidad debe garantizar inclusión e igualdad de oportunidades, asegurando que cada estudiante, venga de donde venga, tenga la posibilidad real de transformar su vida y aportar a su comunidad. Esa es la verdadera promesa de una institución pública: abrir caminos de movilidad social y de desarrollo compartido que fortalezcan la cohesión social.

Hoy Ñuble celebra, pero también se interpela. El porvenir dependerá de que se logre un desarrollo justo, con identidad y sostenible. El desafío es grande, pero la convicción es mayor: la universidad pública y la región no solo comparten territorio, comparten destino.

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Aldo Ballerini Arroyo

Dr. Aldo Ballerini Arroyo, profesor titular UBB.

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