El Dr. Luis Rojas Donat, académico del Departamento de Ciencias Sociales, publicó recientemente el libro Primera Defensa del Indígena Americano a través de Ediciones Universidad del Bío-Bío. De este modo, uno de los pocos medievalistas chilenos, materializa un nuevo capítulo de su trabajo investigativo sobre este trascendente periodo histórico.
Primera Defensa del Indígena Americano se denomina el último libro del Dr. Luis Rojas Donat, publicado a través de Ediciones UBB. Dicha publicación se suma a otras del mismo autor, bajo el sello editorial que brinda Ediciones Universidad del Bío-Bío, tales como España y Portugal ante los otros (2002), Orígenes históricos del Papado (2006), Para una meditación de la Edad Media (2009), y Derecho y Humanismo en el siglo XV (2010). Se trata de una nutrida producción de este investigador medievalista chileno, Doctor en Historia, fundador y actual Presidente ad honorem de la Sociedad Chilena de Estudios Medievales.
El Dr. Luis Rojas Donat es consciente de lo particular de su interés y, ciertamente, asume que no es común encontrar medievalistas en Chile, más aún cuando toda la documentación se encuentra en Europa, y de hecho los mismos temas de estudio han sido ya trabajados en detalle por historiadores de ese continente desde hace al menos un par de siglos. Entonces, ¿Por qué enseñar historia medieval? “Es necesario explicar en Chile, incluso aquí en provincia, cómo ha sido el larguísimo transitar de esta cultura occidental a la que pertenecemos. Recuérdese que los mil años del Medievo representan casi la mitad de la historia de Occidente. Durante ese periodo, muchos rasgos de nuestra cultura se marcaron de manera indeleble. Es en la Edad Media que se consolida la religión cristiana como la esencia de la cultura occidental, y por ello es necesario conocer este proceso muy complejo para entender por qué la cultura occidental tiene estos rasgos. Con la herencia española, nosotros mismos tenemos una fisonomía cultural que es necesario explicar y comprender. Ahora, ¿Por qué enseñarla en provincia? Pues, porque creo que la cultura tiene que llegar a todas partes y debe llegar de acuerdo a la naturaleza del que la escucha. Toda persona tiene derecho a saber quién es, y por eso hay que partir por enseñarle de dónde viene. Pienso que las estructuras mentales y religiosas de lo que hoy es Occidente se configuraron en esa época, nos guste o no, independiente de si la religión cristiana le parece a alguien interesante o menos interesante”, asevera.
Asimismo, el Dr. Rojas Donat reconoce que al abordar el periodo de la Edad Media, los historiadores contemporáneos deben asumir una serie de desafíos que incluyen enfrentar antiguos prejuicios, todavía muy arraigados; la imprescindible necesidad del conocimiento de los principales idiomas occidentales, ya que la bibliografía especializada no se encuentra traducida. “Así como los matemáticos deben usar un lenguaje incomprensible para el hombre común, los medievalistas necesitamos la lengua latina, pues casi todos los documentos deben leerse en esa lengua. Se ve que con tantas exigencias previas, llegar a ser un científico, en mi caso un medievalista, es un problema que desanima a muchos”. Y con respecto a los prejuicios, nuestro investigador señala: “Lo que nos ocurre a todos los medievalistas es que tenemos que luchar contra el mito que los filósofos del siglo XVIII y la Ilustración crearon sobre la Edad Media, pues ellos eran especialmente “anti-eclesiásticos”, y mostraron una Edad Media eclesiástica muy desfavorecida, guerrera, intolerante, en definitiva, oscura. Entonces, la tarea del medievalista, en buena parte, es tratar de quitar esos prejuicios y demostrar cómo fueron, en verdad, las realidades. No quiero decir que al luchar contra esto uno deba caer en el otro extremo y mostrar una Edad Media maravillosa, como una suerte de leyenda rosa. Intentar explicar sin prejuicios el mundo tal cual ha sido, me parece una tarea superior a las posibilidades humanas, pero no puede abandonarse esta obligación”, advierte.
En consonancia con lo anterior, el acceso a las fuentes bibliográficas especializadas no es un tema menor, sobre todo en Chile. “La dificultad de trabajar los temas europeos en Chile tiene que ver, por una parte, con el acceso a los documentos y archivos, y por otra, estar al día con el estado actual de la bibliografía. Esta es una obligación ineludible de todo académico. Cuando no existía Internet, yo me comunicaba con los medievalistas mediante correo tradicional, y es así como tengo el testimonio de respuestas escritas de grandes medievalistas, que se extrañaban que alguien del fin del mundo se interesara por la Edad Media. Todavía el acceso a bibliografía especializada es un problema. He logrado formar una muy buena biblioteca en mi hogar gracias a los proyectos financiados que me han permitido viajar a Europa y adquirir esos libros”, explica. De todos modos, el Dr. Rojas Donat reitera que gracias a Internet hoy es posible acceder a algunas colecciones de documentos y archivos digitalizados que suponen una ayuda importante para quienes intentan investigar y auscultar mayormente en temas de la Edad Media.
Consultado sobre el matiz de sus investigaciones, y el aporte que podrían suponer frente al trabajo de los historiadores medievalistas europeos, el Dr. Rojas Donat asume sin complejos que no intenta competir ni comparar su trabajo con el de esos referentes, pues su afán es mostrar ese periodo histórico desde una dimensión más universal. “Lo que yo hago con los temas es que algunos conceptos que pueden parecer muy especializados, trato de ponerlos en una dimensión más universal. Creo que en esta mirada hay originalidad. De otro modo el Medievo no tiene sentido para los chilenos. Por ejemplo, tomo el tema de las ordalías o medios de prueba judiciales estudiados en mi anterior Fondecyt, cuyos resultados verán la luz en un libro que publicará pronto las Ediciones UBB. Si yo viviera en Europa, al estudiar este tema, habría tenido que circunscribirme a un sector geográfico específico, alguna zona de España, el sur de Francia o el norte de Italia. Mi convicción es que los europeos deben asumir esta especificidad como propia, como historia nacional; en cambio, nosotros debemos apropiarnos de dicha mirada pero llevándola a una dimensión mucho más amplia que es la cultura de Occidente, es decir, historia que se ha dado en llamar “universal”. Entonces, con el anterior proyecto, lo que busqué mostrar es la justicia en la Edad Media partiendo de los medios probatorios. El propósito es más general, y para plantear esa generalidad, tengo que estudiar el pasado medieval desde los casos más puntuales. Entonces, para los europeos mis trabajos tienen una dosis de universalidad que les puede resultar un poco difuso. Para poder enseñar en Chile qué fue el mundo medieval, no puedo ser tan específico. Debo apostar por realizar un esfuerzo de síntesis, y es necesario saber mucho para realizar una síntesis”, detalla.
El Dr. Rojas Donat estima fundamental que se comprenda el rol de los profesores de Historia y de los investigadores, pues dicha tarea no se reduce a aprender historias del pasado para repetirlas como cuentos o leyendas. Explica que el historiador se interesa por los hechos del pasado en la medida en que a través de esos problemas o fenómenos, se nos revela la sociedad que los provocó. Por cierto, estos pueden tener alguna relación con fenómenos o situaciones de la actualidad. “Por ejemplo, el proyecto Fondecyt que este año me adjudiqué se titula ‘La idea de Iglesia en autores bajo-medievales (siglos XIV y XV)’, y busca conocer y analizar la imagen que la sociedad tenía de la Iglesia a fines de la Edad Media; y dado que en esta época, dicha idea significaba más o menos lo mismo que hoy es la noción de sociedad, la investigación se centra en saber cómo se concebía la sociedad a sí misma en el momento más crítico que ha vivido la institución eclesiástica en su historia. La solución a dicha crisis fue el “conciliarismo”, idea que nunca ha desaparecido de la Iglesia hasta nuestros días. En aquel tiempo en que el poder del Papa se encontraba tan disminuido y desprestigiado, se planteó la teoría conciliar que en alguna medida proponía que los Papas, para la toma de decisiones, debían consultar al concilio que lo integran principalmente los obispos. Al Papa Juan Pablo II no le simpatizaba esta idea, pues estimaba que la Iglesia siempre había tenido una estructura monárquica. En ese momento del pasado medieval, siglo XIV, donde la corrupción alcanzó niveles nunca vistos, una parte de la población dejó de asistir a los oficios religiosos, y eso me pareció que tenía una cierta correspondencia con lo que ocurre en la actualidad, pues hay mucha gente que mantiene su fe en Dios en privado, pero no va a misa. Hubo entonces una crisis institucional que, desde luego, puede ser diferente a la actual. Sin embargo, el historiador debe investigar sobre esa experiencia y saber qué ocurrió en esa circunstancia para comprender mejor lo que ocurre hoy”, describe.
Ante la consulta de por qué estudiar nuevamente hechos ya abordados en el pasado, el investigador de la UBB asegura que la explicación para eso es que cada generación debe volver sobre esos acontecimientos para mirarlos de otra manera. “Aunque pueda parecer teórico lo que digo, las generaciones que vienen tendrán otro contexto, y ese contexto invitará a pensar en parte de otro modo. El ejemplo más a mano que tengo es este: durante la época en que gobernó la junta militar en Chile, los historiadores que adhirieron a su causa, estudiando el período de organización del Estado chileno, destacaron la importancia del régimen centralizado y fuerte impuesto por Diego Portales en el siglo XIX. Después de la crisis de 1973, los ideólogos del gobierno de Pinochet, apoyándose en la idea de orden, crearon la expresión “gobierno portaliano” para identificar el estilo impuesto a partir del golpe. Estimaron, pues, que el gobierno de Pinochet tenía una impronta portaliana. Pero una vez que llega la democracia el contexto es otro, y el énfasis del análisis ya no estaba en el orden sino en las libertades, y en este plano Portales no era una figura que destacara por el respeto a las libertades. Con este ejemplo se entiende que la Edad Media seguirá estudiándose porque el presente del historiador sufre cambios”, ilustra.
Finalmente, el Dr. Luis Rojas Donat hace hincapié en el sentido que para él tiene el estudio de la Edad Media. “En mi caso, mi interés por la historia, y en particular por la historia medieval, tiene que ver con los problemas humanos, los cuales guardan relación con las preocupaciones que el ser humano ha tenido siempre. Yo las busco en las realidades que vivió la Edad Media, y en ese ambiente ellas se manifestaban de manera menos solapada que hoy. El mundo actual tiene una capacidad sorprendente de encubrir muchas cosas. El hombre medieval, en cambio, me parece más sincero, ciertamente más cruel e intolerante, pero en él podemos ver la naturaleza humana, en él podemos llegar a ver nuestras miserias, pero también la grandeza de nuestra frágil humanidad”, concluye.