La actividad se desarrolló en el Salón Miguel Jiménez Cortés y reunió a académicos de la Facultad de Educación y Humanidades, como parte de un curso especial coordinado por la Unidad de Gestión Curricular y Monitoreo que dirige la Dra. Ana Gajardo Rodríguez.
La académica de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, Cuba, Dra. Grisel Ramírez Valdés, dictó el curso sobre “Epistemología para una dimensión social del conocimiento”, donde abordó la relación existente entre filosofía y ciencia con el objetivo de demostrar la dimensión social que tiene el fenómeno de la ciencia como actividad humana vinculada con todas las demás esferas de la vida social, y en diálogo con esas esferas de la vida social. La idea, según comentó la investigadora, es que los programas curriculares y las políticas científicas tengan una visión de la ciencia más acertada respecto de cómo la ciencia puede tributar al progreso social.
“El tributo de la ciencia al progreso social no es lineal, es un tributo que se da con obstáculos, entonces, en la medida que tú tengas una comprensión de cómo esa variable se inserta en la totalidad social, cómo se institucionaliza, cómo ella funciona, tú puedes llevarla a los programas académicos, a los programas de estudio y a su vez crear un estudiante capaz de enfrentarse a conformar políticas públicas de ciencia y tecnología”, aseveró la Dra. Ramírez Valdés.
La académica de la Universidad de La Habana explicó que la ciencia construye teoría, y en ese proceso, hace abstracción del mundo real como una necesidad metodológica para explicar dicho mundo real. “Sin embargo, eso tiene que ser en diálogo con los saberes, pudiéramos decir existenciales, ancestrales, los saberes instituidos por la propia historia de la Humanidad. Porque la ciencia no es más que un proceso de diferenciación histórica de ese saber, de ese sentido común cotidiano, de ese saber instrumental que finalmente se convierte en un saber científico”, ilustró.
La Dra. Grisel Ramírez comentó que habitualmente se concibe a la ciencia como una “torre de marfil”, un espacio elitista propio de expertos, sin capacidad de ser decodificada por las demás personas. “Siempre les digo a mis alumnos que el sentido común se ha convertido en el menos común de todos los sentidos. En la medida que tú lo ignoras, estás sobrevalorando, dándole una sobredimensión, un lugar jerárquico superior a la ciencia. Foucault decía -a qué sujetos sociales quieres minimizar cuando dices soy un científico-, porque al decir eso te estás distanciando, el propio término ya es discriminatorio del resto de los demás saberes”, reseñó.
La académica cubana también abordó lo que se denomina como el “mito de la neutralidad y autonomía de la ciencia”. En este punto, hizo alusión al estatuto de la Real Academia de Ciencias de Londres, donde se plantea la independencia de la ciencia respecto de la moral, el arte, la política y la religión.
“El mundo de hoy demuestra que esa neutralidad y autonomía fue un mito, fue algo a lo que aspiraron pero realmente no es así. Si tú haces a la ciencia independiente, ella no podría insertarse al progreso social, porque la ciencia no es una variable independiente del progreso social. El mundo contemporáneo hoy habla mucho de la complejidad y esa palabra está en el espíritu de la filosofía desde la antigüedad, es cuando hablamos de la visión holística del mundo, entonces la ciencia forma parte de esa composición holística. No es una variable independiente. La ciencia es una variable dependiente de la totalidad. En esa medida puede contribuir al progreso social, de otro modo, la ciencia no podría contribuir al progreso social. Por lo tanto, la ciencia no es neutral ni es autónoma”, ilustró.
La actividad según explicó, se orientó a hacer conscientes a los participantes respecto de la inexistencia de frontera entre los saberes, y particularmente entre el conocimiento científico.
“Hay que integrar la cultura Humanista con la llamada cultura Científica Tecnológica porque no hay dos culturas. Hay una cultura que tiene elementos científicos, pero también tiene elementos artísticos, literarios, morales, religiosos, y eso es lo que conforma nuestra cultura contemporánea”, manifestó.