La irrupción de la nueva cultura impuesta en América por parte de colonizadores europeos, fue desde el principio generatriz de un acto de profunda violencia; por ende, la historia y su proceso historiográfico, la política, la religión y la educación fueron instaurados bajo un legajo absolutamente ajeno a lo latinoamericano, esto con el fin de establecer un control hegemónico en torno a lo social y lo cultural. Hemos visto con especial detención algunos textos que plantean como el acto de colonización va quedando en evidencia a partir de su imposición violenta, por ejemplo un texto interesante de leer, cuyo autor es el fallecido antropólogo británico Jack Goody, titulado “El robo de la historia” plantea una metodología comparativa de análisis entre diversas culturas analizando en profundidad consecuencias históricas divergentes, eliminando de esta manera, las desfasadas y simplistas diferencias entre el «atrasado oriente» y el «occidente próspero e industrioso», de esta manera se va quitando el velo de aquellas acciones que en su minuto se veían tan pujantes por parte de occidente, pero que en realidad no lo son tan así. Goody en su texto señala por ejemplo que Europa presume por ejemplo de haber inventado “la democracia”, el “capitalismo” mercantil, la libertad y el individualismo, no obstante, estas instituciones existen también en diversas sociedades. En la misma tónica, un descubrimiento particularmente latinoamericano es la fotografía, este logro, el cual se atribuye particularmente a los franceses Niepce o Daguerré tiene un origen en Brasil en el año 1833, donde el inventor, diseñador Hercule Florence acuña por primera vez el término “fotografía”, indudablemente su nombre y en dónde estaba ubicado le invisibilizan, puesto Latinoamérica es en su minuto una colonia alejada del desarrollo e innovación como lo era Francia.
Latinoamérica se entrecruza entonces en la actualidad con un discurso que no es el propio, transformada a lo largo del proceso histórico como una suerte de satélite europeo recibiendo y replicando desde este lado del planeta todas las enseñanzas propias de la hegemonía teórica y cultural como bastión calificador de lo que en nuestra tierra se construye. Han pasado más de 500 años de aquel giro lingüístico, de esa nueva dialéctica y de cómo Europa descubre aquel último trozo de tierra para imponer sus términos y extraer la riqueza, en tanto cultural y natural.
Después de la “época dorada” de Europa, aquella de la imposición de la alta cultura – bien dicho, para Europa lo que entendió por alta cultura -, fundamentalmente en los siglos XV al XX, y precisamente en el ocaso de aquel período en la medianía del siglo veinte, prorrumpen estudios culturales que tienen el leitmotiv de vindicar cinco siglos de acallamiento en América, me refiero a los estudios culturales en América latina, que centran en primer momento a observar y analizar los objetos que en nuestra tierra constituyen la prácticas culturales; ejemplo: libros, espacios cotidianos, revistas etc. En este espacio autores como: Néstor García Canclini, Jesús Martín Barbero, Ángel Rama, Nelly Richards entre otros, son quien delimitan iniciáticamente teorías al respecto. Este primer foco epistemológico es complementado posteriormente con los Estudios Subalternos con el fin de posicionarse en aquella dicotomía de lo hegemónico y que derive con el objetivo de generar otras historiografías no sólo en las que los movimientos sociales o en la emancipación ciudadana pueden construir, sino también en movilizar otros cuerpos sociales acallados, en definitiva, buscan visibilizar a los sujetos (Campesinado, proletarios, obreros, etc.)
Del segundo momento de los Estudios Subalternos aparecen los Estudios Postcoloniales que no necesariamente buscan visibilizar sujetos, más bien buscan el cuestionamiento de las prácticas discursivas impuestas; los teóricos que marcan eje de ruta son: Homi Bhabha, Gayatri Spivak en la India y Julio Ramos, Santiago Castro Gómez y Beatriz Sarlo en Latinoamérica. Estos autores marcan y delimitan los estudios primero cuestionando las narraciones de emancipación, y, por consiguiente, que es imposible eliminar el discurso o metarrelato de la colonización ya que está instaurado en la realidad latinoamericana y mundial.
¿Qué anuencias o similitudes se observan y existen entre los Estudios Subalternos y los Estudios Postcoloniales?, Es lícito aclarar que ambos contemplan, dentro de éstos y la epistemología con cual edulcoran las teorías, a los grupos dominados por el colonialismo, y como la imposición cultural europea imperialista arraigada se impuso violentamente en América Latina; por consiguiente analizan el tercer mundo y de cómo esa imposición desde el eurocentrismo diseñó las estructuras para que se entienda la modernidad a través de la razón y el progreso. Otra similitud es que ambos estudios buscan deconstruir la episteme colonial impuesta, y la crítica de cómo ese colonialismo se internó a fondo dentro de las ciencias sociales a través de la historiografía como ciencia positivista y sus narraciones crean una realidad no mediada, por otro lado ambos estudios se plantean un trabajo político de resistencia y emancipación utilizando para ello la visualización de los sujetos sin voz – parafraseando a E.P. Thompson -, esto por parte de los Estudios Subalternos; y además de cuestionar los discursos impuestos, esto por parte de los Estudios Postcoloniales.