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Publicado el 23 de mayo del 2024

La intersección del diseño: Cotidiano y conceptual

Por Alejandro Arros Aravena
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El campo del diseño, donde la intersección entre lo cotidiano y lo conceptual es un terreno fértil para la reflexión. Tres obras clave nos ofrecen una visión profunda y complementaria: «Psicología de los objetos cotidianos» de Donald Norman, «Fundamentos del Diseño» de Wucius Wong y «Lo real y lo virtual» de Tomás Maldonado.

Donald Norman, en su influyente libro, nos invita a considerar cómo los objetos que usamos diariamente están diseñados no solo para ser funcionales, sino también para ser comprensibles y agradables. Norman argumenta que el buen diseño se centra en la experiencia del usuario, destacando la importancia de la visibilidad, la retroalimentación y las restricciones en los objetos. Esta perspectiva nos lleva a reflexionar sobre cómo los pequeños detalles en el diseño pueden facilitar o complicar nuestra interacción con el entorno. Un ejemplo claro es el diseño de las puertas. Norman describe cómo una puerta mal diseñada puede confundir al usuario sobre si debe empujar o tirar para abrirla. Este simple error de diseño puede causar frustración y hasta accidentes. En contraste, una puerta bien diseñada incorpora señales visuales claras sobre su uso, como manillas que indican empuje o tiradores que sugieren tirar. Estos elementos, aunque simples, son cruciales para una interacción fluida y sin fricciones con los objetos cotidianos. Además, Norman destaca la importancia de la retroalimentación en el diseño de objetos. Cuando realizamos una acción, necesitamos recibir una respuesta inmediata que confirme que hemos actuado correctamente. Este principio es evidente en el diseño de electrodomésticos, como microondas y lavadoras, que utilizan sonidos y luces para indicar su funcionamiento. Esta retroalimentación no solo mejora la usabilidad, sino que también crea una experiencia de usuario más satisfactoria.

Wucius Wong, en «Fundamentos del Diseño», proporciona una base sólida para entender los principios que subyacen en toda creación visual. Wong desglosa los elementos y principios del diseño en componentes manejables, como la forma, la línea, el color y la textura, y muestra cómo estos se combinan para crear obras coherentes y estéticamente agradables. La claridad con la que Wong presenta estos fundamentos permite a diseñadores y aficionados comprender mejor cómo se construyen las imágenes y objetos que nos rodean, enriqueciendo nuestra apreciación de lo visual. Wong enfatiza que cada elemento del diseño tiene un propósito y una función específica. Por ejemplo, la línea no solo define formas, sino que también puede sugerir movimiento, dirección y emoción. Del mismo modo, el color no solo embellece, sino que también comunica mensajes y emociones, y puede influir en el comportamiento y las decisiones de las personas. Al entender cómo estos elementos interactúan, los diseñadores pueden crear obras que no solo sean visualmente atractivas, sino que también comuniquen de manera efectiva el mensaje deseado.

Tomás Maldonado, en «Lo real y lo virtual», nos desafía a pensar en el impacto del diseño en la era digital. Maldonado explora cómo la tecnología ha transformado nuestra percepción de lo real y lo virtual, y cómo el diseño juega un papel crucial en esta transformación. En un mundo donde la frontera entre lo tangible y lo digital se desdibuja, Maldonado nos insta a considerar las implicaciones éticas y filosóficas del diseño, invitándonos a reflexionar sobre cómo podemos crear experiencias digitales que sean significativas y responsables. Maldonado argumenta que el diseño en la era digital no solo debe centrarse en la estética y la funcionalidad, sino también en la sostenibilidad y la ética. En un entorno donde los recursos son limitados y la huella ecológica de la producción digital es significativa, es esencial que los diseñadores consideren el impacto ambiental de sus creaciones. Además, en un mundo donde la información personal se recopila y utiliza a gran escala, los diseñadores tienen la responsabilidad de proteger la privacidad y los derechos de los usuarios.

Al combinar las ideas de estos tres autores, podemos apreciar cómo el diseño afecta todos los aspectos de nuestra vida, desde los objetos cotidianos que utilizamos, pasando por los principios visuales que guían nuestras percepciones, hasta las experiencias digitales que moldean nuestra realidad contemporánea. Este enfoque multidisciplinario nos permite entender el diseño no solo como una práctica técnica, sino como una forma de mejorar nuestra interacción con el mundo y enriquecer nuestra experiencia diaria. El diseño, en su esencia, busca solucionar problemas y mejorar la calidad de vida de las personas. Desde la ergonomía de una silla hasta la interfaz de una aplicación móvil, el diseño está presente en cada aspecto de nuestra vida, influyendo en nuestra comodidad, eficiencia y bienestar. Además, el diseño tiene el poder de transformar sociedades y culturas. A través de la arquitectura, el diseño urbano y los productos de consumo, el diseño puede influir en cómo vivimos, trabajamos y nos relacionamos. Un buen diseño puede promover la inclusión, la accesibilidad y la igualdad, mientras que un diseño deficiente puede perpetuar la exclusión y la inequidad.

La obra de Norman nos recuerda la importancia de centrarnos en el usuario y de crear productos que sean intuitivos y fáciles de usar. Los principios de Wong nos enseñan cómo utilizar los elementos del diseño para crear obras que sean no solo funcionales, sino también estéticamente agradables y comunicativas. Y la perspectiva de Maldonado nos desafía a considerar las implicaciones éticas y sostenibles del diseño en un mundo cada vez más digitalizado. En conclusión, el diseño es una fuerza poderosa que tiene el potencial de mejorar nuestras vidas de maneras significativas y duraderas. Al aplicar los principios y conceptos de Norman, Wong y Maldonado, los diseñadores pueden crear productos y experiencias que no solo sean bellas y funcionales, sino también éticas y sostenibles. En un mundo en constante cambio, el diseño tiene el poder de guiarnos hacia un futuro más equitativo y sostenible, mejorando la calidad de vida de todas las personas.

Al entender y aplicar estos principios en nuestra vida diaria, podemos no solo mejorar nuestra interacción con los objetos y tecnologías que nos rodean, sino también contribuir a un mundo más justo y equitativo. Así, el diseño se revela como una disciplina integral, que abarca aspectos técnicos, estéticos, éticos y sociales, y cuyo impacto se extiende mucho más allá de lo visible. Es esta capacidad de transformar y mejorar lo cotidiano lo que hace del diseño una disciplina esencial en nuestro mundo moderno, y lo que nos impulsa a seguir explorando y aplicando sus principios en todas las áreas de nuestra vida.

Alejandro Arros Aravena

Alejandro Arros Aravena Académico Depto. de Comunicación Visual UBB Director Escuela de Diseño Gráfico

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