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Publicado el 03 de junio del 2024

Internet, ciudad y sus narrativas: De la disolución a la resurrección

Por Aaron Napadensky Pastene
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El 17 de mayo pasado se conmemoró el Día Mundial de la Sociedad de la Información, recordándonos lo importante de las comunicaciones y sus tecnologías, y lo poco que reparamos en sus implicancias sobre los sistemas productivos globales y las ciudades. A fines de los 80’, la internet comenzaba su expansión y masificación, posibilitando la fragmentación de las cadenas productivas por el mundo entero, dando fin al fordismo, y haciendo de esta dispersión manufacturera primaria, la cara más visible de lo que entendemos como globalización contemporánea.

Paralela, e imbricadamente, en 1990, Francesco Indovina, publicó “La Città difusa” y en 1994 Françoise Choay, hace lo mismo con, “Le règne de l’urbain et la mort de la ville”, el reino de lo urbano y la muerte de la ciudad. Al terminar la década, Frances Cairncross lanzó su libro, “The death of distance”, y pocos años más tarde, el 2005, Thomas Friedman, hizo lo suyo con “La Tierra es plana”. Detrás de estas, y otras publicaciones, subyacía la idea que las rugosidades y fricciones geográficas dejarían de ser un obstáculo, y la ciudad, desaparecería tras las fuerzas tecnologías de la información y las comunicaciones. Como nuevos seres ubicuos y permanentemente conectados ¿Qué sentido tendría la aglomeración?¿para qué pagar cifras exorbitantes por vivir en hiperdensidades? Seriamos libre de residir donde quisiéramos, podríamos educarnos, acceder a oportunidades e innovar sin necesidad de emigrar.

La narrativa de la disolución de la ciudad y el fin de la entidades urbanas discretas, pareció tomarse la discusión urbana de fines del siglo XX y albores del XXI. Sin embargo, ya trascurridas dos décadas de este inicial momento, el panorama es otro. Aunque sigue siendo cierto, que si miramos las urbes con un lente teleobjetivo, diremos que se están desdensificando, creciendo hacia afuera en baja densidad, conurbandose con otros asentamientos próximos, constituyendo en muchos casos, inéditos sistemas urbanos, dispersos y policentrados. Pero si ahora miramos el planeta, con un lente gran angular y un filtro de calor que registre la concentración de innovación y científicos top, nos encontraremos con un fenómeno distinto y hasta contradictorio. Como humanidad estamos alcanzando concentraciones poblacionales de gran escala sin precedentes, cuestión aún más intensa cuando del capital humano avanzado e innovación se trata.

Así, se asoma la cara menos evidente de la globalización tecnológica de las comunicaciones y la información. Las plantas de Toyota en Argentina, de Hyundai en Brasil, o la ropa deportiva de altas prestaciones que dice “made in Malasia”, Vietnam o Singapur, no serían posible si – y tal como dice mi computador, ensamblado en China y diseñado en California – no se estuviesen robusteciendo las sedes avanzadas de comando y control de estas actividades descentralizadas. Siendo precisamente aquí, en estos lugares, atestados de científicos e ingenieros, donde se están diseñando las últimas innovaciones y patentamientos, produciendo miles de millones para economías que dejaron atrás la manufactura primaria, en favor del conocimiento y la innovación.  

Entonces, este 17 de mayo recordé la paradoja de nuestro tiempo, cuanto más digitalizados, conectados y móviles somos, más importa el lugar. Por lo mismo, no me resulta casual el aparente redescubrimiento que están haciendo las urbes de sus espacios públicos, parques y amenidades… o es solo coincidencia que San Francisco, EEUU, sea una de la ciudades con más ciclovías y parques, y de paso tener el mejor ecosistema de startups del mundo, con empresas como Airbnb, Uber u OpenAI. En la era de la información, atraer la innovación y el capital humano avanzado, generadores de riqueza, nunca dependió tanto de la ciudad y sus amenidades como hoy, y entre más tarde hagamos de esto una política pública y de inversión, más será nuestro rezago.  

Aaron Napadensky Pastene

Aaron Napadensky Pastene Director del Laboratorio de Estudios Urbanos Universidad del Bío-Bío

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