El académico del Departamento de Artes y Letras, Juan Gabriel Araya, destacó que el Día del Libro y la Lectura coincide con la fecha de fallecimiento de tres ilustres personajes de la literatura universal: Miguel de Cervantes, William Shakespeare y del Inca Garcilaso de la Vega. “El libro impreso sigue siendo el mejor remedio para combatir la pasividad intelectual y contribuye a activar las escasas y somnolientas neuronas que nos van quedando. Debemos echar a andar los motores del pensamiento”, comentó.
Facebook Live fue la plataforma escogida por el académico y profesor titular Juan Gabriel Araya, para conmemorar una nueva edición del Día del Libro y La Lectura. “He hecho este trabajo pensando en ustedes, en mis amigos, alumnas, alumnos”, comentó.
El académico Juan Gabriel Araya señaló que hoy más que nunca es necesario recalcar la importancia de la lectura y del libro “como soporte del conocimiento, sobre todo como un instrumento que permite la ampliación del mundo individual, y una toma de conciencia de diferentes épocas vividas por el hombre, desde lugares concretos, como también en espacios fantásticos y materiales. De esta forma asistimos a las aventuras, los anhelos, las frustraciones, al dolor y a la alegría del ser humano”, reflexionó.
El literato precisó que el libro, en el curso de la Humanidad, es el vehículo del lenguaje, concepto que Ben Jonson, dramaturgo inglés contemporáneo a Shakespeare, define en las siguientes palabras: “-El lenguaje es lo que más muestra a un hombre: ¡Habla para que te pueda ver!-. Libro es por tanto, el espejo del alma y la intelectualidad de los hombres, de las naciones, y el retrato vivo de la cultura de las personas, además de sus deseos, anhelos, frustraciones y todo lo que convierte al hombre en el ser más complejo de la naturaleza”, aseveró.
Araya Grandón advirtió que a pesar de lo que muchos creen, “la lengua no es la herramienta única y exclusiva de las altas esferas sociales, ni de políticos y académicos, ni de un país determinado, con la cual se subordina a una masa cada vez menos interesada en tomar un libro e instruirse, sino que por el contrario, la lengua es vitalidad, es individualidad, espejo del ser en la vida. –Escucharé lo que dices y te diré quién eres-, así lo señala Pedro Salinas, el gran poeta español de la generación del ’27. Por lo tanto, la lengua, ni es de las academias, ni de los mesones, ni de los pobres, ni de los poderosos, ni de los vivos, ni de los muertos constituye un patrimonio, a todos nos pertenece, en todo se vive y para todo es. Por lo tanto, lengua es vida, y el libro es la residencia de esta vida”.
El académico UBB recordó que “estas ideas no son nuevas ni invenciones de la modernidad”, puesto que ya los aztecas habían comprendido y valorado la expresión cuidada del lenguaje.
“Estas son las palabras pronunciadas en un continente lleno de selva virgen, de mitos y leyendas que explican la fuente inagotable de El Dorado, de la Fuente de la Eterna Juventud, del Hombre que nace del grano del maíz (Popol Vuh), y de una América donde los Aurelianos hacen la guerra y las Remedios ascienden en sábanas recién lavadas (García Márquez). En una América en que la palabra se transforma en joya, en plumaje, en pirámides truncas, en rucas por el sur…”, describió.
“Como señala Pablo Neruda: –Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío…-“
El académico UBB reiteró que el mismo Neruda dice del libro: –Libro hermoso, libro mínimo bosque, hoja tras hoja, huele tu papel a elemento, eres matutino y nocturno, cereal, oceánico, en tus antiguas páginas-.
El literato Juan Gabriel Araya aseveró igualmente que el libro posee 2 funciones primordiales: la entretención y la conservación de la memoria. “Decía don Miguel de Unamuno, gran rector de la Universidad de Salamanca: –La memoria es la base de la personalidad individual, como la tradición es la base de la personalidad colectiva de un pueblo-. Hay que meditar en estas palabras. Porque vivimos en y por el recuerdo, y nuestra vida espiritual no es en el fondo sino el esfuerzo que hacemos para que nuestros recuerdos se perpetúen y se vuelvan esperanza para que nuestro pasado se vuelva futuro”, reflexionó.