El cambio climático, una planificación territorial especialmente circunscrita al interior de los limites urbanos, la expansión de industrias silvoagropecuarias intensivas y el crecimiento de los parceleros en los extrarradios urbanos, entre otros fenómenos, están poniendo en entredicho la sostenibilidad hídrica de nuestros territorios rurales, golpeando las proyecciones y actividades económicas, pero particularmente el bienestar de miles de personas, especialmente en la zona centro-sur.
Pensemos que una hectárea por ejemplo de eucaliptus, que no es “bosque” sino un monocultivo, puede llegar a consumir 20.000 litros de agua al día, y una de paltos 12.000. Sin embargo, el manejo de cuencas y regulaciones hídricas al desarrollo de estas y otras industrias es limitado. También han sido limitados los esfuerzos por contener el crecimiento de los así llamados parceleros, que parecen contradecir el relato del despoblamiento rural, con un número cada vez mayor de urbanitas que, por cuestiones de costos del suelo o búsqueda de un mejor vivir, migran hacia las periferias rurales de las ciudades. Como consecuencia de todo esto, tenemos una soterrada guerra por el agua, la que sin mayores mediaciones siempre dejará a los menos poderosos como los grandes perdedores, siendo cada vez más común ver comunidades rurales completas que son dependientes de un camión aljibes para subsistir, rodeadas de monocultivos.
Esta realidad nos impone nuevos y urgentes desafíos territoriales que requieren importantes recursos económicos y humanos, contar con información actualizada, fortalecer la fiscalización, modernizar y crear nuevas leyes, normas e infraestructuras, las que, sustentadas en una coordinación intersectorial, sean planificadas y decididas desde una renovada gobernanza hídrica, encargada tanto de regular las actividades productivas y asentamientos humanos de los extrarradios, como de priorizar territorialmente las inversiones, públicas y privadas, en el corto, mediano y largo plazo.
Finalmente, es importante decir que hoy, más que antes, es necesario redoblar nuestra conciencia frente al agua como uno de los principales factores que debiesen regular el crecimiento, estructuración y organización funcional de territorios urbanos y rurales, que antes de ser colonizados, nerviados y delimitados por nosotros, fueron, son y serán los territorios del agua.