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In memoriam de Alejandro Rodríguez Urzúa

Desde su llegada a Concepción, a fines de la década del cincuenta (1958), el arquitecto Alejandro Rodríguez Urzúa (1927-1976) tuvo una gran influencia en el desarrollo de la ciudad, dejando como legado una finísima y reconocida obra, como también, la fundación de una Escuela de Arquitectura.

Promotor del trabajo colaborativo, destacan entre otros proyectos, la Casa del Arte de la Universidad de Concepción (1967) junto a O. Cáceres y J. Gutiérrez; o el Colegio Médico (1962) con J. Gutiérrez. También, las céntricas Casa Wooywood (1964) en Víctor Lamas 1240 y la Casa Rodríguez en Lincoyán 345. Obras singulares que aportaron sustancialmente al relato de la nueva arquitectura penquista que se desarrolló después del terremoto de 1960; época caracterizada por el advenimiento de muchos jóvenes arquitectos y arquitectas nacionales en los principios del Movimiento Moderno.

Por otra parte, Rodríguez impulsó junto a los arquitectos Roberto Goycoolea, Pedro Tagle, Víctor Lobos, Alejandro Durán, Osvaldo Cáceres y el artista Eduardo Meissner, la creación de una Escuela de Arquitectura en Concepción. Su gestión como presidente de la Delegación Zonal del Colegio de Arquitectos de Chile A.G. fue clave para convencer al rector Enrique Kirberg de abrir un centro de enseñanza disciplinar en la sede de la otrora Universidad Técnica del Estado (1969), hoy Universidad del Bío-Bío.

Alejandro Rodríguez ejerció en Concepción cerca de 15 años hasta que fue convocado en 1971 por el presidente Salvador Allende a encabezar la Corporación de Servicios Habitacionales (CORHABIT), institución del programa habitacional del MINVU encargada de la postulación y asignación de viviendas de bajo costo durante la Unidad Popular. Fue su vicepresidente hasta 1973. Tres años después, un martes 27 de julio de 1976 a las 17:15 horas, Alejandro Rodríguez -militante PC- salió de su oficina ubicada en el Barrio Bellavista de Santiago con destino a la oficina del ingeniero Carlos Sandor. La reunión nunca se concretó, fue interceptado por agentes de la DINA y llevado al centro de detención Villa Grimaldi. Desde esa tarde se desconoce su paradero.

Revisando literatura reciente encontramos referencias a su trabajo en La arquitectura de Chile independiente (2007) de Osvaldo Cáceres o Memorias de un arquitecto obstinado (2013) de Miguel Lawner, ambos editados por el arquitecto Pablo Fuentes, en los que estos autores y compañeros de vida no solo reconocen su calidad como arquitecto sino también el compromiso sociopolítico en el desarrollo de su arquitectura y la ciudad. Por otra parte, hoy la obra y pensamiento de Rodríguez ha generado el interés en nuevas generaciones de arquitectos penquistas, lo que se puede reflejar en el libro Alejandro Presente. Memoria desde la arquitectura (2016) de los autores Alexander Bustos, Luis Darmendrail y Patricio Zeiss, publicación que sintetiza su vida y obra.

En el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado simplemente recordar a este arquitecto a través del dibujo y acuarela de la Casa Rodríguez, el que fuera el hogar Rodríguez Whipple en Concepción.




Un café con Enzo Mari

En 1974, Enzo Mari publicó “Proposta per un´autoprogettazione”, manual de autoconstrucción y de libre difusión con una serie de planimetrías de objetos domésticos como mesas de comedor, estanterías, bancas, camas y sillas, accesibles y fáciles de fabricar, permitiendo a personas sin experiencia previa en diseño o carpintería crear sus propios muebles de manera autónoma.

Este compendio se anticipa a la idea de “hágalo usted mismo” y al anglicismo “open design” al dejar liberados los planos y sus instrucciones como forma de acercar el diseño a usuarios sin importar su condición social. Además del aspecto práctico de la construcción de muebles, la propuesta de Enzo Mari, también lleva consigo una carga conceptual y filosófica: bogar por la simplicidad, la funcionalidad y la durabilidad en el diseño, planteando en la “autoprogettazione” una forma de resistencia al consumismo sin conciencia y a la obsolescencia programada. En la actualidad, esta publicación se ha convertido en una guía de culto para muchos arquitectos y diseñadores en todo el mundo.

La reciente apertura del Café TBB en el Teatro del Biobío abre un espacio necesario para fortalecer el programa y la agenda cultural de esta corporación. Más aun cuando los muebles que dan carácter a esta cafetería corresponden al manual de Enzo Mari, en particular la mesa redonda (1123xH) y la icónica silla “Sedia” (1123xP) que aportan una experiencia de diseño previa a la propia experiencia de asistir al teatro.

No es casual que Smiljan Radic haya planteado, como consta en los planos de arquitectura números 123 y 143 del proyecto original del Teatro Bíobio, una cafetería con los muebles de este diseñador italiano. No por antojo sino porque para este arquitecto chileno, Enzo Mari representa genuinamente el espíritu de las vanguardias arquitectónicas y artísticas de los años sesenta, las que pugnaban por un fuerte compromiso político y social del diseño en general.

Interés que se pudo apreciar en la exposición “Cloud´68-Papeles y voces” (Galería Patricia Ready, 2018), 180 piezas gráficas de la colección privada de Radic en torno a uno de los periodos más radicales de la arquitectura del siglo XX, coincidente con el movimiento estudiantil de mayo de 1968 en París. Reuniendo además de una primera edición de la “Proposta per un´autoprogettazione”, obras de Archigram, Constant, Debord, Fuller, Herron, Price y Superstudio, entre muchos otros.

Para Radic, el Teatro Biobío “es una obra que tiene connotación pública, social y política” por lo que el mensaje detrás de este edificio singular es que no solo se trata de una sala de espectáculos, sino también, de un lugar para nuevas experiencias estéticas y de producción de subjetividades, en las que un “paseante/espectador” inquieto puede encontrase en el foyer con Constant Nieuwenhuys o en el Café TBB con Enzo Mari.




Un planetario para el sur del mundo

En 1923, en Alemania, fue inaugurado el Planetario Zeiss; el primero de su género y un hito en la historia de la astronomía y la educación científica. Desde entonces, estos edificios se han convertido en lugares populares para la divulgación del conocimiento científico, con más de 2.500 planetarios en todo el mundo. En Chile, el Planetario de la Universidad de Santiago de Chile (1982), único en el país, es en la actualidad uno de los principales centros de divulgación científica y tecnológica, recibiendo a miles de visitantes al año.

En este contexto, el Planetario Regional, iniciativa impulsada por la Universidad del Bío-Bío y que compromete una inversión del orden de los $ 6.000 millones de pesos aportados por el Gobierno Regional, sumaría un segundo y nuevo espacio de este tipo en el país. La significancia de este proyecto es fundamental para descentralizar el acceso al conocimiento y la divulgación científica en tres escalas: la ciudad, la región y a nivel global.

En primer lugar, para el Gobernador Regional Rodrigo Díaz, el planetario, junto al Parque Urbano UBB y el mejoramiento del eje Collao-Novoa, fortalece la idea de transformar el campus de la Universidad del Bío-Bío en un renovado barrio universitario y polo cultural para todo el sector de Puchacay. Proyectando un circuito cultural que conectará el Teatro Regional, en la ribera norte del Biobío, y el Planetario Regional y la universidad, que incluye la Galería de la Historia, la Pinacoteca y el Museo de Historia Natural, entre otros. Indicio de que Concepción es más que solo su céntrica cuadricula fundacional.

En segundo lugar, el Rector Benito Umaña enfatiza que se trata del primer edificio de este tipo fuera de Santiago, lo que permitirá abrir un espacio de encuentro con el mundo educativo, puesto que será un punto de atracción para escuelas y colegios de las distintas comunas de nuestra y otras regiones. Indicio de que Chile es más que Santiago.

En tercer lugar, para su principal promotor, el académico Erick Baradit y para los arquitectos del proyecto, Nelson Arias y Patricio Escobar, el planetario sintetiza en un centro geométrico de hormigón armado -la sala principal de proyecciones- un espacio para la divulgación y exposición de las ciencias y las artes. Un centro que apuesta, desde la Región del Biobío y el sur del mundo, a ser parte de una red global de planetarios. Indicio de que el conocimiento es más accesible y democrático.

En definitiva, el Planetario Regional será un espacio señero para promover, a través de la educación no formal y tecnología audiovisual, encuentros, exposiciones y conferencias sobre conocimiento astronómico, ciencia y arte en general. Un hito para una ciudad universitaria como Concepción y el país. Por tanto, un desafío enorme para la Universidad del Bío-Bío, que se ha comprometido a gestionarlo y que desde ya cuenta con el apoyo de organizaciones sociales, juntas de vecinos y otros actores.

Para José Maza, Premio Nacional de Ciencias Exactas (1999), divulgar la ciencia y la cultura es fundamental para tener un país mejor. Y divulgar este conocimiento desde las regiones es imperativo para descentralizar y diversificar culturalmente Chile.




El sueño de Hilario

Para Hilario Hernández Gurruchaga (1936-2010), rector de la Universidad del Bio-Bío (UBB) entre 1998 y 2006, un campus universitario es un espacio “donde se gestan los frutos del espíritu humano, que debe promover la conversación, la confrontación de ideas, la valoración de las artes…”. Con estas palabras inauguró en 2005, la escultura “Siglo XXI” (2000) de Sergio Castillo, Premio Nacional de Arte (1997). Siendo esta la primera obra de una quimera; el “Parque de las esculturas” en el Campus Concepción de esta comunidad universitaria.

Aspiración que el propio Hernández reconoce en sus antecesores con dos esculturas que todavía se pueden apreciar en el campus: la réplica en bronce fundido del “Caupolicán” (1863) del escultor decimonónico Nicanor Plaza y realizada en 1933 en los talleres de fundición de la Escuela Industrial de Concepción, antecesora de la actual UBB; la otra, el busto en bronce del ingeniero “Juan Gantes Aristizábal”, precursor de la formación técnica en el país, realizada en la Escuela de Artes Oficios de Santiago en 1946 y probablemente traída en el marco de la inauguración de la ex Universidad Técnica del Estado (1947) en Concepción.

Además de las antes mencionadas, en la actualidad se suman obras de connotados escultores chilenos contemporáneos como “Puerta del Sol” (1964), escultura en terracota de Marta Colvin, Premio Nacional de Arte (1970), la que junto a la escultura en mármol de Carrara “Al encuentro” (2013) de Marcela Romagnoli, y las obras en bronce fundido “Gemelas” (1996) y en fierro “Cubo” (1983) de Felipe Castillo conforman lo que se conoce cómo la plaza de las esculturas frente al Aula Magna de la universidad.

Como también, la escultura en acero inoxidable “Lirios de agua” (2005) de Cristina Pizarro, a un costado de la biblioteca; “La libertad del conocimiento” (2006) de Osvaldo Peña frente las a Aulas AC; “Cohabitación VI” (2000) de Vicente Gajardo, escultura en granito frente a rectoría; “Espiral lúdica” (2013) de Manuel Fuentes frente a la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño; “Amerindia” (2012) de Tito Ortiz frente a la Facultad de Ciencias; “Bancapar” (2012) de Nicolás Sáez frente al Departamento de Ingeniería Industrial y prontamente se reubicará “La familia” de Humberto Soto donada por la I. Municipalidad de Concepción. Este patrimonio artístico se extiende a los campus Fernando May y La Castilla en la ciudad de Chillán, en los que podemos apreciar, entre otras, una importante colección de esculturas de la artista chillaneja Marta Colvin y un museo sobre su obra.

Hoy, el sueño de Hilario es una realidad; un parque de esculturas a cielo abierto encaminado a transformarse en uno de los parques de esculturas universitarios más connotados del país. El proyecto Fondart Regional (2021) “Paseo virtual por el parque escultórico de la Universidad del Bío-Bío” dirigido por Patricio Clark y Valentina Álvarez, ya pone en valor este parque en un documental que contempla entrevistas a algunos de los escultores. Por otra parte, el Gobierno Regional y la UBB han firmado un acuerdo para transformar este campus universitario en un parque urbano, lo que podría ser el impulso definitivo para comprender que un parque no solo se mide por hectáreas y áreas verdes. Sino también, como un espacio con memoria, que valora las artes y los ideales de una sociedad.