En febrero pasado, la Región de Valparaíso fue escenario de uno de los incendios forestales más severos en la historia de Chile, evidenciando la vulnerabilidad del país ante los desastres socionaturales. Este catastrófico evento no solo devastó la vida humana, con la destrucción de hogares y la necesidad de evacuaciones espontaneas masivas, sino que también arrasó con miles de hectáreas, afectando severamente a la fauna y flora local. Similarmente, la Región de Ñuble ha enfrentado desafíos críticos, incluyendo incendios forestales, inundaciones y sequías. Aunque a nivel regional se han implementado medidas para mejorar la gestión de riesgos, tales como sistemas de alerta temprana y coordinación institucional entre entidades gubernamentales y de respuesta a emergencias, persiste una brecha significativa en cuanto a la evaluación de la percepción y capacidad de preparación poblacional. Con el objetivo de abordar esta brecha, el Centro de Estudios Ñuble (UBB) ha realizado la primera encuesta sobre la percepción ciudadana respecto a la preparación ante desastres en la región, con un total de 392 participantes encuestados. Los resultados preliminares son reveladores: un 97.7% de los encuestados ha experimentado al menos un desastre en su vida, con un promedio de tres desastres por persona. Los terremotos (60.5%) y los incendios forestales (15.8%) son percibidos como los desastres más destructivos a nivel personal y doméstico. Sin embargo, solo un 19.9% de los hogares cuenta con un plan de emergencia familiar y apenas un 23% conoce las vías de evacuación disponibles. En cuanto a la información y comunicación durante emergencias, un 59.2% de los encuestados está familiarizado con el Sistema de Alerta de Emergencia (SAE), prefiriendo las redes sociales como WhatsApp (64.5%) y Facebook (54.1%) sobre medios institucionales como el teléfono (38%), la atención presencial (27.8%) y el sitio web (3.8%). A nivel de adaptación y resiliencia percibidas, un 79.1% de los individuos se considera altamente resiliente, aunque esta percepción disminuye ligeramente a nivel comunitario (59.7%) y nacional (61.5%). Estos hallazgos enfatizan la importancia de disponer de información local que no solo proporcione una orientación clara hacia las capacidades que se deben desarrollar, sino que también fomente una gestión local centrada en prevenir y mitigar los riesgos, más que simplemente reaccionar ante los desastres. La discrepancia entre la percepción personal de resiliencia y la preparación efectiva a nivel de hogares y comunidades subraya un área crítica para la intervención: el fortalecimiento de la conciencia y las capacidades de preparación. Esto implica no solo la mejora de la infraestructura y los sistemas de alerta, sino también la inversión en educación, para asegurar que la población esté adecuadamente consciente, informada y preparada para actuar de manera adaptativa ante estas crecientes amenazas.